El director está enseñando su residencia para personas mayores. Es un placer escuchar a alguien orgulloso de su trabajo. "Hemos adaptado un modelo francés de atención a personas con demencia y lo hemos hecho más eficiente". Sigo el recorrido y veo grandes espacios, un recorrido circular para personas dementes, una sala de actividades con piano "tenemos programadas 35 actividades semanales. La residencia se construyó hace cinco años y costó once millones de euros.
Sentado ya en su despacho sigue la explicación: "Para 150 residentes cuento con 110 empleados, no todos a tiempo completo, pero el equivalente a 89 jornadas completas. Además, contamos con personal externo de cocina, lavandería y limpieza. Como cuesta encontrar empleados cualificados, pagamos a las auxiliares unos 2.200 brutos al mes. Los precios de la residencia oscilan entre los 2.650 y los 3.400 Euros al mes. La mayoría recibe una ayuda de la Ley
de Dependencia de unos 1.550 Euros para pagar su estancia".
Entonces, pregunto, "¿Estás contento con cómo van las cosas?". La respuesta del director resulta sorprendente : "La verdad es que no todo es positivo. Yo destaco dos problemas; Primero las inspecciones no se hacen bien. No me molesta que me inspeccionen, sí cómo me inspeccionan. Siempre tienen un gran interés en cosas estructurales pero no en el día a día de los residentes, en lo que ellos considerarían importante. Segundo , hay una clara sobreregulación, ¿por qué tienen que establecer tantos requisitos y tan detallados sobre personal y documentación? Sólo hay un sector con más regulación que el de las residencias: el de las centrales nucleares. Parece mentira que un sector que contrata a más trabajadores que la industria del automóvil reciba este trato".
Agradecemos al director su amabilidad y salimos de la residencia Luise Kiesselbach-Haus de Munich.
Durante el viaje geroasistencial a Alemania de Inforesidencias.com también visitamos el servicio de inspección de Baviera y nos explican la reglamentación y sistema de calidad. Al final, casi todos los salimos pensando que, por mucho que avancen las cosas, algunos problemas como la desconfianza de la administración hacia los prestadores de servicios sociales se mantiene inalterable.
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