Repasando algunos datos sobre cómo han evolucionado las cosas desde la entrada en vigor de la Ley de Dependencia vemos lo siguiente: El precio privado de las residencia se ha incrementado un 11,2%, la inflación un 11,8% y el salario que cobra una gerocultora (según convenio marco estatal), un 21,45%.
Si hasta ahora se decía que algunas residencias concertadas cubrían el déficit de tarifa por lo que pagaban los usuarios de plaza privada, a partir de ya, ese argumento perderá fuerza. O sea, que la crisis económica, el déficit de tarifa y la Gemela Siniestra parecen aliados para cargarse un sector que todavía sigue generando puestos de trabajo.
El futuro del sector parece que se decidirá en dos lugares: En la sede del gobierno tienen que pensar dos cosas: cómo cambiar la Ley de Dependencia y cómo plantear la reforma laboral; en la negociación del convenio tienen que establecer el marco de futuro.
Deben apostar en la nueva LAPAD de forma decidida por los servicios (ya sea mediante centros concertados o prestaciones económicas vinculadas) y desincentivar de verdad la prestación para el cuidador no profesional.
En la reforma laboral deben dotar de flexibilidad la entrada y salida de forma que una residencia pueda ajustar su plantilla a la ocupación. Ahora hay quien teme que si hubiese más flexibilidad las residencias echarían a trabajadores. El problema es que, sin ella, ahora algunas residencias se verán abocadas al cierre y, las que queden, cuando las cosas vayan mejor, se resistirán al máximo antes de contratar a alguien sabiendo que resulta casi imposible prescindir de él cuando falten los ingresos.
Sobre la negociación del convenio. Ahora mismo no me acuerdo si la mesa sigue rota o ya se han vuelto a sentar. Lo que está claro es que, mientras a los funcionarios se les recorta el sueldo y a muchas empresas se les reducen o les desaparecen los beneficios, en las altas cúpulas empresario/sindicales, han pactado una "moderación salarial" del 0,5%.
Así pues, la pelota está en el tejado del gobierno mientras desde el patio todos miramos hacia arriba a ver si nos la devuelven mientras notamos que las orejas ya se nos están congelando.
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