Hace unos meses los organizadores de unas jornadas en las que me habían invitado a participar me enviaron una "entrevista ficticia" que enviarían a los medios de comunicación de la zona por si querían tomar trozos de ella y publicar una noticia.
Como entonces le dediqué un buen rato he pensado que puedo compartirla con quien lea este blog a ver qué os parece.
Allí va.
ENTREVISTA JOSEP DE MARTÍ
Josep de Martí, director del portal Inforesidencias.com es licenciado en Derecho y gerontólogo social. Lleva más de 20 años trabajando en el sector geroasistencial tanto desde la Administración (entre 1991 y 2000 fue inspector de Servicios Sociales y jefe de la Inspección de Residencias en Cataluña), como desde la docencia (es profesor en diversos posgrados y másteres en Gerontología y Dirección de Residencias) y la dirección de un portal de internet, www.inforesidencias.com, dedicado al sector de las residencias para mayores..
En un universo en el que impera lo políticamente correcto y las frases vacías, parece usted una rara avis, una de las pocas voces que se atreve a poner a ras de tierra los discursos vacíos –y en muchas ocasiones, ininteligibles- que tan a menudo oímos a los políticos sobre la integración sociosanitaria. Si empezamos por el principio, la pregunta es obligada, ¿le convence el propio término ‘integración sociosanitaria’ o forma parte de esa jerga escurridiza?
Me gusta el concepto pero, efectivamente creo que, como en otras cuestiones, la palabra acaba teniendo más fuerza que el contenido. Hasta hace cuatro días hablábamos de “coordinación sociosanitaria” y ahora pasamos a hablar de “integración” como si eso de “coordinar” ya lo hubiéramos superado. La verdad es que hay mucho trabajo que hacer y, en muchas cuestiones, los discursos que oímos de nuestros gobernantes y gestores públicos no son diferentes a los que escuchábamos hace veinte años.
¿Cuál es la realidad de la ‘integración sociosanitaria’ a día de hoy en España? ¿En qué punto nos encontramos?
Si hablamos de “en España” no estamos en ningún sitio. Si me permite le tengo que leer dos citas. En poco tiempo el gobierno ha presentado un informe de un comité de expertos que propone “articular y poner en funcionamiento una auténtica atención sociosanitaria integral, centrada en la persona, que garantice los recursos asistenciales más adecuados a sus necesidades” y el Senado ha instado al gobierno a "diseñar y crear, en coordinación y consenso con todas las Comunidades Autónomas, así como con respeto absoluto de sus competencias, el espacio sociosanitario como un área de convergencia de servicios sociales y sanitarios, con el objetivo de proveer una cartera de servicios destinados a las personas dependientes y aquellas que, por causa de graves problemas de salud o limitaciones funcionales y/o de riesgo de carencias sociales, necesitan una atención sanitaria y social simultánea, coordinada y estable, ajustada al principio de continuidad de la atención". Imagínese, si estamos en momento de “articular una verdadera atención sociosanitaria” y de “instar” quiere decir que hasta ahora, España, “como España” ha hecho entre nada y más bien poco.Eso no quiere decir que no existan experiencias de coordinación sociosanitarias a nivel autonómico.
¿Existe mucha diferencia entre comunidades?
Muchísima. Algunas tienen una larga trayectoria y han demostrado su utilidad, pero nunca han superado la frontera autonómica. En otras se han llevado a cabo proyectos piloto pero no se han generalizado en toda la comunidad. Si tomamos un ejemplo como podría ser el ictus veríamos que dependiendo, no sólo de la comunidad sino de qué hospital sea el referente, un paciente que sea dado de alta de un hospital tras sufrir uno, puede incorporarse, dependiendo de donde viva, a un programa de convalecencia con rehabilitación intensiva en un centro sociosanitario o sencillamente volver a su casa y esperar a que “le toque” la rehabilitación. Como en los expertos de ictus dicen que “tiempo perdido es cerebro perdido”, el hecho de que exista una correcta coordinación sociosanitaria puede ser la diferencia entre unas secuelas graves y otras casi impercibibles.¿Cuáles son, a su juicio, las claves para avanzar hacia una ‘integración sociosanitaria’ real y eficiente?
Creo que debería haber políticos y gestores públicos a quiénes les cupiese en la cabeza “lo sanitario”, “lo social” y “la dependencia” y se sintiesen responsables del conjunto y no sólo de su parcela. Este político/gestor sería consciente que existe un usuario de la sanidad que es el “crónico/dependiente” para que el recurso “hospital” resulta inadecuado. Existen recursos sociales que, en las condiciones actuales o elevando ligeramente alguno de sus requisitos pueden acoger y cuidar a éstas personas evitando el multiingreso y las desviaciones y que encima cuestan menos a las arcas públicas. Un historial compartido entre salud y servicios sociales sería un inicio.
El título de su último libro, “Cómo nos engañaron con la Ley de Dependencia” (Vive Libro), no deja lugar a equívocos. ¿Cómo nos engañaron? ¿Cuáles fueron los errores en el diseño de esa Ley? ¿Y sus consecuencias?
La Ley es un mal desarrollo de una buena idea. La idea era reconocer un derecho universal a los dependientes consistente en recibir servicios adecuados a su dependencia y con una participación en el coste adecuada a su capacidad económica. El problema es que se calculó mal cuántos dependientes había, cuánto costaría atenderlos y cuánto podrían co-pagar. Sólo eso ya hizo que la ley naciese viciada. Además, se redactó con defectos técnicos importantes como no prever un tiempo para que las administraciones se preparasen para la aplicación (lo que se conoce como vacatio legis), con contradicciones importantes como decir que unas prestaciones económicas serían excepcionales pero se darían cuando las prefiriesen los dependientes (al final lo excepcional ha pasado el 50% de las veces) o que el Estado establecería criterios comunes de acreditación y calidad de servicios para toda España “respetando las competencias de las comunidades autónomas” cuando sabía que esas competencias eran exclusivas de las comunidades de forma que el Estado no tenía forma de establecer nada remotamente común.Si a esto le sumamos que la financiación no estaba claramente definida y se hacía depender de acuerdos del Estado con cada comunidad, tenemos la visión de una situación de una Ley que era inaplicable tal como estaba redactada pero que se nos dice que se ha estado aplicando en los últimos siete años.
El gobierno anterior estaba encantado con la Ley y nos dijo que funcionaba de maravilla. El del PP ha optado por recortarla tanto como ha podido pero sin decirlo admitirlo y proclamando que la ha salvado y los dependientes… allí siguen. Pregúntenles a ellos si se sienten engañados.
Los estudios pronostican un futuro con más ancianos que niños. ¿Estamos preparados para afrontar esa realidad? ¿Vamos por el camino adecuado para estarlo algún día?
Que haya más abuelos que nietos puede provocar problemas pero no podemos olvidar que supone uno de los grandes triunfos de una sociedad ya que para alcanzar esa situación ha hecho falta tener el período más largo de paz que recordamos en nuestra historia, una racha prolongada de bonanza económica y el establecimiento de sistemas de protección social y de la salud. Sin todo eso no tendríamos el “problema” del envejecimiento. Dicho eso lo que me preocupa es que mis nietos, cuando los tenga, no me echen en cara que cuando todavía había opciones para tomar medidas estemos siendo tan cortoplacistas y egoístas.
En el fondo soy optimista y creo que encontraremos una forma de adaptarnos, siempre que seamos capaces de mantener la paz, la bonanza económica, la protección social y la de la salud.
Las nuevas tecnologías se erigen como elemento sustancial para entender el futuro –y ya casi presente- del cuidado de las personas mayores y dependientes. ¿Van a ser tan determinantes como creemos?
Creo que lo van a estar más de lo que creemos. En una sociedad en la que el 38% de la población sea mayor y muchos de ellos dependientes, habrá una gran tensión entre diferentes sectores económicos que competirán por atraer a los pocos jóvenes que habrá para cubrir los puestos de trabajo. Creo que en esas circunstancias pensar en un avance tecnológico extraordinario en el cuidado que permita el cuidado de humanos por parte de “cuidadores no humanos” no es descabellado. Hoy día existen camas que hacen cambios posturales y se trabaja en grúas inteligentes o exoesqueletos que dan movilidad a personas confinadas a una silla de ruedas. Hasta ahora nos parecen artículos casi de ciencia ficción. La escasez de mano de obra que se producirá en unos 25 años dará un empujón a esas tecnologías y a otras que hoy no podemos ni imaginar.¿Qué nos espera a los ancianos del futuro?
El futuro no está escrito pero una parte importante de lo que nos espera dependerá de lo que hayamos hecho hasta ahora y lo que estemos dispuestos a hacer y sacrificar durante los próximos diez o quince años. Estoy seguro que para los que hayan sembrado habrá cosecha.
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