Al cabo de unos días he recibido por mail una comentario sobre el post que me envía Eva. Le he pedido si me deja publicarlo en el blog y me ha dicho que sí.
Como me parece que el contraste de pareceres es la mejor herramienta para generar conocimiento, aquí está su opinión:
Hace 23 años que trabajo en el mundo de
la sanidad de los cuales 13 directamente en el sector de la geriatría,
asumiendo el cargo de enfermera y responsable higiénica sanitaria de una
residencia de 25 usuarios; durante este tiempo, cada día ha sido diferente al siguiente
puesto que quienes son el objeto de nuestras atenciones son personas únicas,
con unas necesidades individuales y distintas de la del resto de usuarios, son
personas con derecho a decidir qué quieren hacer cada día, y nosotros, el
equipo, estamos obligados moralmente a escucharlos a entenderlos y a ofrecerles
unas atenciones personalizadas con SENTIDO COMÚN.
Las características de la sociedad han
ido cambiando, de forma que nuestras atenciones también se han tenido que
adaptar a las nuevas demandas; y como no, las normativas han ido variando, con
lo cual si nos ha interesado continuar en el sector de la geriatría hemos
tenido que asumir nuevas directrices que se adaptasen a la normativa
legislativa.
Realizada dicha afirmación queda
evidencia del desacuerdo absoluto hacia el artículo de Vicente Botella del Cid
sobre “la diferenciación como elemento de calidad”.
En dicho artículo se comenta que “ser
diferente no se lleva ni se contempla como elemento innovador y de calidad, más
bien penaliza y complica a quien lo intenta, y que la verdadera razón para no
diferenciarnos los unos de los otros es nuestra pereza, nuestra apatía y
nuestra falta de confianza en el sector”.
Las personas que trabajamos en una
residencia no nos ha de mover el hecho de intentar ser diferente, sino el
intentar atender a los usuarios según
las necesidades del propio usuario, basándonos siempre en la observación,
escucha, empatía, bondad, compasión y alegría. El equipo interdisciplinar se ha
de adaptar a las necesidades de los residentes, y no al revés, y dicho equipo
ha de demostrar a la Administración el
camino que queremos seguir.
También se dice en el artículo que “La
diferenciación ha caído en manos de la especulación del marketing, en portales
de internet para vender plazas o en totalitarismo filosóficos que pretenden
hacer el blanco negro y viceversa”, pero por suerte NO todos los centros han de
moverse por dichos motivos, sino todo lo contrario, por equipos guiados por un
líder que motiven, impliquen, den alegría y ganas de hacer cosas nuevas siempre
en base a mejorar y atender con calidad a las personas mayores.
Es obvio entender que todos los centros
residenciales hemos de seguir unos patrones estándares y dar unos servicios
generales, pero, también es obvio entender que
somos diferentes en cuanto a la organización y la forma de convivir y
atender a los usuarios y hay centros que optamos porque sean los
propios usuarios los que decidan qué tipo
de actividades quieren realizar, como son por ejemplo “los huertos urbanos”. En
nuestro caso, ya hace años que lo llevamos a la práctica, y no con el objetivo
de “ser diferente y hacer campaña de marketing”, sino porque parte de los
usuarios que tenemos provienen de ambientes rurales, formando parte de su
historia de vida todo lo relacionado con el cultivo de la tierra. Esta
actividad es una de las preferidas y que más refuerzos positivos nos da, ya que
es compartida tanto por los familiares, residentes y propio personal, los
cuales aprendemos qué plantar, cuándo y cómo recoger los frutos de nuestro
trabajo, compartiéndolos en las comidas.
Así mismo, el ejemplo supuestamente real
que se explica en dicho artículo sobre las atenciones que recibe un usuario, me
han producido una extrema tristeza y me han dado a entender el poco sentido
común que se aplica en sus cuidados, dando prioridad a los intereses del propio
centro antes que a las necesidades y deseos reales de dicho usuario. A mí
siempre me enseñaron que “no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a
ti”, así que me pregunto:
·
¿Tan difícil es adaptar el horario del personal a los de los residentes,
y no hacerlo al revés? ¿por qué este señor tiene que levantarse y acostarse a
horas que él no desea? Una residencia no es un hospital mas al contrario, es el
centro substitutorio del hogar y no ha de seguir los horarios hospitalarios, ha
de ofrecer a sus usuarios horarios de levantarse y acostarse según las preferencias
o costumbres de ellos. Dicha situación puede corregirse, consiguiendo que el personal de atención directa entre a
diferentes horas, para así dar la posibilidad a los residentes de ir
levantándose a diferentes horas, y entre los diferentes turnos ha de haber unos
objetivos de trabajo en común, siempre orientados a mejorar la vida de los
usuarios, con lo cual se ha de dar la opción que los residentes que así lo
verbalicen puedan acostarse a otras horas y que sea el turno de noche quien los
ayude a acostarse.
·
¿Por qué ha de hacer actividades que no quiere? ¿Dónde está la
profesionalidad y sentido común del equipo interdisciplinar? Si escuchamos al
usuario y conocemos su historia de vida, podremos hacer juntos un plan de
actividades y acciones encaminadas siempre a respetar sus deseos e intentar
mantener o mejorar su calidad de vida.
·
¿Por qué ha de comer cosas que no le gustan? Si seguimos las
recomendaciones de la atención centrada en la persona tendremos en cuenta sus
gustos dietéticos y hábitos nutricionales, y será responsabilidad del equipo el
negociar, dialogar y llegar a un acuerdo con el usuario, ofreciéndole la
posibilidad de realizar un menú equilibrado que sí sea de su gusto. ¿tan malo
es cenar un día a la semana un bocadillo de jamón, sino le gusta la verdura,
tan difícil es ofrecerlas de otra manera, como pueden ser cremas? También es
nuestra misión informar a la Administración que los menús propuestos, a pesar
de no ser los más perfectos, sí son los que han decidido los usuarios.
En fin, dicho artículo me anima a
continuar trabajando para mejorar las atenciones a esas personas mayores, las
cuales representan la memoria histórica de nuestro país, son el pasado y
el presente, y forman parte del futuro
al interrelacionarse con las nuevas generaciones; son personas a las que continuamente hemos de aprender,
escuchar y respetar. El equipo interdisciplinar ha de trabajar para ver a los
residentes como personas individuales, con unas necesidades biopsicosociales y
espirituales únicas, y a los que se les han de ofrecer unas atenciones
integrales con sentido común, ayudándoles en esta nueva etapa de su vida, y no
por ello menos importante.
Hemos de ser valientes, adaptando la
organización del centro a las atenciones de los usuarios, logrando unas
atenciones reales acordes a los deseos de los residentes, en las que lo
prioritario no sean los registros que después se les enseñarán a la
Administración, sino donde lo real sea “La Alegría de los residentes” y
satisfacción del personal y familiares.
A mí (vuelvo a ser Josep de Martí) me parece que el futuro al que aspiran Vicente Botella y Eva no es tan diferente, lo que sí les separa es la visión de cómo son las residencias de mayores y los directores hoy.
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