En muchas ocasiones, cuando se considera si una persona necesita una residencia o puede seguir viviendo en su casa la propia persona no puede tomar parte en la decisión debido a que sufre algún tipo de demencia o deterioro cognitivo. En ese caso son sus familiares o personas queridas las que se ven forzadas a tomar una decisión y, para hacerlo, lo mejor es que buscasen el asesoramiento adecuado.
Aquí hay algunas preguntas que pueden hacerse para ayudar en el proceso.
¿Se ha llevado a cabo una valoración geriátrica por parte de un profesional?
En una valoración geriátrica el médico y los profesionales que participan pueden determinar qué necesita la personas para poder tener una vida lo más satisfactoria posible, tanto desde el punto de vista médico como el social.Casi todas las residencias realizan una valoración geriátrica cuando la persona ingresa y, a partir de la misma redactan su Plan Individual de Atención. Los familiares pueden tener algo parecido si acuden a un médico geriatra para obtener un informe que tenga en cuenta toda la información que, en ocasiones está desperdigada porque la persona visitaba a varios especialistas (no es raro que una persona mayor visite a un cardiólogo, a un oftalmólogo y aun otorrino por afecciones diferentes sin que los historiales estén cruzados). Los médicos geriatras se especializan en pacientes de edad que normalmente sufren diferentes enfermedades y tienen además lo que se conoce como “fragilidad”.
Teniendo en cuenta la “visión global” que nos ofrecería este informe la decisión sobre si es mejor buscar una residencia u otras alternativas puede ser mucho más fundamentada.
Cuando el ingreso se produce como consecuencia de un ingreso hospitalario y justo en el momento en que se produce el alta, la información nos la puede facilitar el propio hospital. Por desgracia no todos los hospitales cuentan con médicos especializados en geriatría.
¿Pueden las necesidades de la persona mayor alcanzarse con seguridad quedándose en su casa?
La cuestión de la seguridad surge con fuerza cuando la persona mayor vive sola. En muchos casos, hasta que se plantea la necesidad nadie había puesto en duda que la persona podía encargarse de sí misma. Los problemas surgen tras un ingreso hospitalario o alguna otra situación en la que no es que se vea clara la necesidad de una ayuda constante pero sí la de apoyo (por ejemplo: la persona se ha caído y ha estado unas horas en el suelo hasta que ha llegado un familiar). En esos casos aparece el “miedo al riesgo”.Para complicar más las cosas resulta que muchos tipos de demencia son tan lentamente progresivos que, al principio podemos confundir sus manifestaciones con meros despistes cosa que nos dificulta ver la verdadera dimensión del problema.
Vale la pena detenerse en un momento y valorar si la persona mayor necesita supervisión las 24 horas, si existe un peligro cierto de que se pierda si sale a la calle o de que se olvide el agua abierta o el fuego encendido, por ejemplo. Siempre que la persona mantenga algo de capacidad de decidir hay que hablar con ella y considerar su opinión como algo de máxima relevancia. A partir de allí hay que considerar cuál es el deseo de la persona, lo que parece adecuado a quiénes le prestan atención y qué recursos existen que puedan facilitar, si es lo que se quiere, la permanencia en casa.
Allí ha avanzado mucho la tecnología, cosa que permite combinar un sistema de teleasistencia avanzado con horas de ayuda a domicilio e incluso la asistencia algunos días a un centro de día.
Lo fundamental es dedicar un tiempo a la recopilación de información y a la reflexión.
¿Puede el cuidador principal satisfacer las necesidades de la persona mayor?
Esta es una cuestión clave. Hay que pensar que, si el bienestar de la persona mayor es importante, lo es también el de las personas que le rodean y le cuidan.Los cuidadores a menudo tienen que hacer esfuerzos ímprobos para atender al mayor y otros aspectos de sus vidas que también son importantes, como sus trabajos, otras responsabilidades familiares y su propia salud.
Es imposible que una persona esté despierta y atenta las 24 horas durante algo más que unos pocos días. Sin embargo hay cuidadores que están consumiendo literalmente sus vidas para atender a un ser querido.
De nuevo hay que detenerse, recopilar información y hacer una reflexión entre todos aquellos que quieren al mayor. En unas ocasiones se podrá repartir el cuidado entre familiares (intentando que la persona no se sienta como un paquete). Otras será posible utilizar centros de día, servicios de ayuda a domicilio, programas de “respiro” que permiten el ingreso en residencias durante un tiempo y en otras, la mejor solución será buscar una residencia geriátrica adecuada.
El momento en que se hace esta reflexión puede ser el correcto para considerar acudir a los servicios sociales públicos para averiguar si la persona mayor tiene derecho a recibir algún tipo de ayuda que le permita sufragar el coste de la atención que necesita.
¿La necesidad de ingresar en una residencia será temporal o permanente?
En muchas ocasiones la idea errónea de que cuando ingresas en una residencia lo haces para siempre bloquea y dificulta la toma de una decisión correcta.Las residencias geriátricas ofrecen un abanico de servicios, desde estancias temporales hasta permanentes. Algunas ofrecen también programas especiales de rehabilitación o recuperación tras un ingreso hospitalario.
De nuevo, lo mejor es informarse, reflexionar y decidir, teniendo en cuenta en todo lo posible la voluntad de la persona mayor.
Si se hacen así las cosas, aproximadamente un 5% de las personas mayores acaban necesitando ingresar en una residencia lo que quiere decir que un 95% nunca lo necesitarán.
Otros posts que pueden ser de ayuda:
"Los cincos errores más comunes a la hora de elegir residencia para personas mayores"
"Diez claves para elegir una residencia de mayores"
"Cuatro mitos a desterrar sobre residencias geriátricas"
"Tres claves y diez consejos para elegir una residencia geriátrica"
Autor del post: Josep de Martí
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