lunes, 14 de octubre de 2013

BLOGUISTA INVITADO: JOSÉ ANTONIO RABADÁN. COCA COLA CON CALCIO

José Antonio Rabadán es, además de director de clientes y comunicación del grupo Novaire, un buen amigo.

Durante los últimos años hemos compartido mesa (tanto desde la perspectiva gastronómica como conferencística) en varias ocasiones.  He leído varias aportaciones suyas en el blog de Novaire y en las ediciones recopilatorias de fotografías sobre mayores que organizan y van ya por su segunda edición.

Me encanta contar con él como bloguista invitado tratando de una cuestión que, sin duda, va a adquirir relevancia durante los próximos años:  el papel de las personas mayores como definidoras de las tendencias de comsumo y no sólo referidas a residencias geriátricas, centros de día o servicios para la tercera edad.

Gracias, José Antonio per esta "Coca cola con calcio":

Los días internacionales son una especie de recordatorios en nuestras agendas que nos hacen mantener despierto el interés sobre un colectivo, enfermedad o causa solidaria, y generalmente la necesidad de atención y reconocimiento sobre ellos. Una vez al año no hace daño y debería ser suficiente para plantar la semilla en nuestra consciencia de buenas intenciones perdurables más allá de esas veinticuatro horas. Evidentemente no lo consiguen. Hoy le toca el día a las personas mayores.Ojo, no confundir con el día de los abuelos que se celebra el veintiséis de julio.

La población mundial mayor de sesenta y cinco años pasará de unos quinientos millones a mil quinientos en el 2050. En España será de más de quince millones. Este incremento supondrá una revolución demográfica que conllevará cambios de gran calado en nuestra sociedad. El envejecimiento de la población, tan predecible hoy y a la vez tan ignorado, plantea retos a los que hoy dificilmente se dan respuestas dignas de mención y que no sean burdos recortes en materia de pensiones, dependencia y cobertura sanitaria. Más bien este fenómeno se percibe como un tsunami inexorable al que tendrá que enfrentarse los gobernantes del 2030, sin haberse realizado el más mínimo esfuerzo de previsión y reestructuración social y estatal medianamente serio y coherente.
Además, el aumento de la esperanza de vida dará lugar a un incremento proporcional de personas mayores en situación de dependencia y casos de demencias como la enfermedad de Alzheimer, ya que el riesgo se incrementa exponencialmente con la edad. Se estima que una de cada tres personas mayores de 85 años sufren deterioro cognitivo, por lo que si proyectamos las previsiones demográficas nos encontraremos ante una falta de recursos para poder atender a esta población dignamente, una situación difícilmente soportable con los esquemas actuales de políticas en sanidad, servicios sociales y financiación.

Pero a la vez esta revolución silenciosa nos brinda enormes oportunidades. Las personas mayores van a desempeñar un papel cada vez más importante en nuestra sociedad, hasta convertirse en el principal grupo de presión y colectivo de consumo. Realizando trabajo de carácter voluntario y, cada vez más, como una fuerza laboral remunerada y que todavía está por tangibilizar. Y como soporte familiar, ante un modelo de familia en crisis y vía de extinción (segunda transición demográfica), transmitiendo valores y experiencia, y cuidando de familiares en situación de dependencia. Curiosamente el tiempo dedicado a esta tarea (especialmente llevada a cabo por mujeres mayores) se incrementa con la edad de la persona cuidadora.

Esta transformación de la sociedad afectará a cada uno de nosotros, a todos los colectivos y a todas las áreas de gobierno, prácticamente sin excepción. Por este motivo las medidas políticas en general, y las actitudes ante el envejecimiento en particular, deben de evolucionar para dejar atrás el modelo actual. Un modelo creado en el siglo XX y que no es válido ya en el  actual. Este es nuestro gran reto.
Desde la administración pública generalmente se tiende a ver a este colectivo desde una perspectiva asistencialista y también en ocasiones, paternalista. La asociación entre vejez y dependencia está arraigada en todas sus estructuras y es algo que hay que empezar a disociar debidamente en un colectivo tan amplio y heterogéneo. En definitiva no se traza desde arriba el debido empoderamiento del colectivo, reduciéndose a testimoniales asociaciones su presencia en nuestra sociedad, ignorando que serán el grupo con más influencia política, económica y social.

También desde el mundo empresarial, necesitado más que nunca de nuevas oportunidades, se deja de lado este potencial. Aunque en el último año hemos visto que se han realizado iniciativas con más o menos fortuna y acierto: desde el aclamado anuncio “Empieza algo nuevo” de Ikea (réplica del de congelados La Sirena de hace un par de años), hasta el estrepitoso desatino del spot de Campofrío “Cuida-T +”, muestra de la visión estereotipada de las personas mayores que reproducen los medios de comunicación. También desde el mundo de la televisión se están subiendo a la ola: “Los mayores gamberros” en Antena 3 y el próximo programa musical de la primera que promete arrasar audiencias, “Generación rock” (el OT de personas mayores) secuela del fenómeno cinematográfico “Corazones Rebeldes” de Stephen Walker del año 2007. Ambos proyectos me ofrecen dudas sobre su credibilidad y enfoque.

Es evidente que en nuestro mundo real no se está haciendo ningún proyecto que dirija certeramente su objetivo sobre este colectivo.  No encontramos calzado dirigido a personas mayores de sesenta, o de setenta, ni espacios ni productos en el súper para cubrir las necesidades específicas de esta población y que no sean productos de farmacia u ortopedia, ni electrodomésticos adaptados mínimamente a sus necesidades. Y esto no es discriminación positiva: es simplemente adaptar la oferta a la demanda y normalizarla. Como siempre, serán los americanos quien nos enseñen el camino e inventen (apúntenlo) la coca-cola con calcio, o con el mineral o vitamina correspondiente. Igual que lo hicieron con la light o zero. Y entonces nos daremos cuenta de que es posible innovar y diseñar productos específicos para personas mayores.


La celebración de este primero de octubre por tanto, debería ser el argumento para reivindicar este cambio de percepción necesario para este gran colectivo, dejando atrás esquemas obsoletos que se ven reflejados en cada una de nuestras capas sociales y no servir como pretexto festivo para encandilarlo con una comida y baile al ritmo del pasodoble de Suspiros de España; ellos ya están en otra historia. Y bajo ese nuevo paradigma crear nuevos esquemas que conjuguen un desarrollo económico y social con un mayor respeto y consideración con las personas mayores, sin volver a caer en el manido baboseo,  integrándolos realmente en los tejidos sociales y productivos, promoviendo normativamente sus derechos y también, sus obligaciones. 

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