Ciertamente no debería importarme demasiado si en Suecia ganan los conservadores o los democristianos pero, después de haber organizado durante los últimos años varios viajes a ese país para ver cómo funcionan los servicios sociales, leer que los conservadores han sido derrotados tras dos mandatos en el poder sí que me parece una cuestión interesante.
En Febrero de 2013 la revista The Economist sacaba en portada un primer plano de un vikingo con el título "El próximo supermodelo"y el subtítulo, "lo que los políticos de derechas e izquierdas deberían aprender de los paises nórdicos".
Leyendo un poco más el artículo, que hablaba en términos muy laudatorios de las reformas introducidas por los conservadores en el modelo de atención tanto en Suecia como en Noruega y Dinamarca, encontramos frases como ésta:
En lo relativo a servicios públicos, los países nórdicos han sido igualmente pragmáticos. Mientras se garantice que funcionen, no les importa quien los preste. Así, Dinamarca y Noruega permiten a las empresas privadas para gestionar hospitales públicos. Suecia tiene un sistema universal de los "vales escolares", que permite que colegios privados con fines de lucro compitan con las escuelas públicas.
En el último número de la revista antes de las elecciones, un artículo decía que en Suecia, a pesar de los buenos datos económicos, la gente se había cansado de los conservadores.
Lo cierto es que, la privatización de la gestión de residencias públicas no ha estado exenta de polémica, e incluso de escándalo. Así, si hoy hablas con un sueco y le preguntas qué es el "Escándalo Carema" seguro que te dirá que sí.
Resulta que en la residencia Koppargården que era gestionada por la empresa Carema (y a su vez de un grupo de inversores con vínculos con paraísos fiscales), según publicó un periódico se estaban recortando drásticamente los presupuestos de todo lo esencial para la atención, incluso faltaba jabón, papel higiénico, pañales u otro material para incontinencias. El periódico llegó a referirse a la residencia com la "casa de la muerte". La prensa siguió con relatos sobre cómo los empleados tenían que pesar los pañales antes de cambiarlos para asegurarse que estaban siendo utilizados a su máxima capacidad y cómo los gestores del centro recibían más bonos cuanto mayor fuera el ahorro que obtuviesen.
No importó que después las acusaciones fuesen matizadas, o que descubriesen que pesar el pañal, algo que fue de lo más llamativo cuando se daba la noticia, era una práctica habitual en hospitales para registrar ciertos casos de continencia.
La residencia modifico su forma de trabajar, perdió la gestión de algún centro y ahora, separó la gestión de hospitales de la de residencias y vendió la primer. Ahora, tres años tras el escándalo, según su Consejero Delegado Fredrik Gren, el nivel de satisfacción de sus residentes ha subido del 75% al 84%.
También a raíz del escándalo, los municipios Suecos aumentaron la supervisión de las empresas gestoras y los requisitos para gestionar.
A pesar de todo, lo que caló en la opinión pública fue que una empresa, que ni siquiera pagaba todos sus impuestos en Suecia, estuviese teniendo beneficios basados en un recorte sobre la atención de los mayores, y eso es algo que molesta en Suecia y en cualquier otro lugar.
Dudo que ese escándalo haya sido determinante en el vuelco electoral, pero, según leo, parece que sí ha tenido que ver.
Al final los suecos no se han dejado impresionar por los resultados de un gobierno que ha rebajado la presión fiscal y el peso de lo público en la economía. En contra de lo que se cree en latitudes más meridionales, la economía no es lo único que interesa. Puedes ser un gobierno con una política considerada como modélica por todo el mundo y que tu electorado se canse de ti si no cuidas "el lado humano de las cosas".
Como decía al empezar, lo que pase en Suecia tendrá poca relación directa con lo que pase en España pero, cuando te pones a darle vueltas, ves que siendo tan diferentes podemos ser muy parecidos.
Autor del post: Josep de Martí
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