Una de las actividades más gratificantes que llevo a cabo
como director de Inforesidencias.com es la organización de lo que llamamos
“viajes geroasistenciales”. Se trata de
elegir un país en el que la atención a personas mayores se lleve a cabo de una
forma interesante y planificar una visita de forma que podamos ver cómo
funcionan allí las residencias, los centros de día y otros servicios
geroasistenciales.
Hasta ahora hemos organizado nueve.
El primer viaje, en 2007 lo hicimos en colaboración con lo
que entonces era AMRTE (Patronal de las residencias geriátricas de la Comunidad de Madrid y otros servicios a la dependencia). Cuando vimos en Estocolmo unidades de convivencia de ocho
personas, nadie en España nos había dicho que eso se llamaba “housing” y que lo
que practicaban era “Atención Centrada en la Persona”. Sencillamente era un modelo diferente que
costaba unos 120€ al día y que se intentaba racionalizar a ver si,
introduciendo prestadores privados conseguían bajar a 100€.
Cuando nos explicaron que allí las residencias trabajaban
sin un equipo interdisciplinar extenso (la atención la prestan principalmente
enfermeras y auxiliares) y que tampoco tenían un aparato documental tan
complejo como el nuestro (múltiples protocolos, registros y programas), nos
sorprendieron mucho. Más aún cuando nos
dijeron que el modelo español que les explicamos se parecía al que ellos
utilizaban en los años 70 del siglo XX.
Al cabo de un tiempo organizamos un nuevo viaje
geroasistencial a Suecia al que asistieron, además de empresarios, políticos de
Castilla y León que quedaron al parecer tan impresionados con lo que vieron que
al volver intentaron poner en práctica en su comunidad una especie de
residencias “a la sueca” que llamaron “En mi casa”. Hoy he visitado la web de la Junta donde las
describen como “El nuevo modelo de atención residencial para personas mayores basado
en la calidad de vida que pretende cubrir los deseos explicitados en diversos
estudios y foros, relativos a cómo quieren vivir las personas durante ese
periodo de su vida.”
El proyecto lo han puesto en marcha de forma experimental en
residencias públicas y privadas produciéndose un resultado muy curioso. Si escuchas lo que dicen desde la comunidad
autónoma, la experiencia está siendo muy positiva y, lo más interesante: el
nuevo modelo no supone un aumento considerable en los costes. Si te detienes a escuchar a los empresarios
que tienen “centros piloto”, descubres que la realidad es cuanto menos
variopinta.
Las claves del modelo, en lo que a autonomía respecta son (según la web de la Junta que explica el
sistema):
· Elección de horarios en la actividad diaria: un hogar es un ámbito de libertad personal; las horas de
levantarse, acostarse, pasear, leer, entretenerse u ocuparse en lo que la
persona decida, deben estar tan personalizadas como sea posible.
· Elección de su propia imagen: aspecto físico, vestido, peinado, complementos, etc.; la persona
decide con qué imagen desea ser percibida por los demás.
· Elección de menús: posibilidad
de desayuno tipo buffet, dos opciones por plato en cada comida, por ejemplo.
· Elección de actividades: nadie
debe hacer lo que no le interese, o le moleste, al contrario: el centro debe
facilitar ofertas de actividades en consonancia con los gustos y preferencias
de la persona y que sean significativas para ellas.
¿Alguien que se ponga en el lugar del
residente podría renunciar a alguno de estos aspectos? Por supuesto que no. Pero, ¿Alguien puede decir que introducirlos en
una residencia existente no supone un aumento considerable en los costes?
He visto diferentes variantes del modelo en
otros países como Dinamarca, Noruega, Alemania y Holanda. Sistemas de trabajo que me han gustado mucho
cuando los he visto desde la perspectiva del residente y sin pensar en dinero.
El problema es que, si además intento ver la
realidad desde el punto de vista de quien tiene que pagar la estancia de la
persona en la residencia (ya sea la administración, la propia persona o sus
familiares), la visión que se me
presenta es algo más triste.
Que en una residencia no existan horarios, o
sea, que cada uno se levante y se acueste cuando quiera; que exista varias
opciones sobre alimentación, que las actividades también se ajusten a los
gustos de cada residente es una meta de lo más loable (espero que todas las
residencias sean así cuando yo sea anciano. ¿Por qué no son las cosas así
ya? El motivo es bastante prosaico: Quizás
porque nuestro cliente no puede o no quiere pagarlo.
Admito que en lo que acabo de escribir hay
bastante de especulación. Como todavía
no hay casi residencia que apliquen un modelo de Atención Centrada en la
Persona tipo Housing, no sabemos si el cliente privado estaría dispuesto a
pagar el plus de recibir una atención más personalizada y variada. Quizás nos encontremos pronto con algunas
residencias que lo ofrezcan para aquéllos que puedan y quieran pagar. Lo que con seguridad tardará en suceder es
que el modelo se imponga de forma general.
Como he escrito en múltiples ocasiones, no
dudo que el modelo Housing sea bueno, pero tampoco que lo sea el modelo de
atención basado en un plan de intervención y un equipo interdisciplinar que
prestan actualmente muchas residencias en España y que hemos tardado más de
veinte años en perfeccionar. Por
supuesto es mejorable pero no, por ello hay que desdeñarlo.
Concluyo pensando que me encantaría que en el
viaje que organizamos a Holanda en 2012 hubieran venido políticos a ver la
residencia Akropolis de Rotterdam donde, a pesar de ser ilegal, algunos
residentes fuman en la residencia, donde, si quieren tienen alcohol en su
habitación y donde aplican lo que denominan “la cultura del sí”. Me pareció precioso. Cuando le pregunté al Sr. Frank Becker,
fundador de la residencia, si con 1.500€ al mes “todo incluido”, podrían
aplicar su sistema me miró con una cara entre sorprendida e incrédula, que
todavía no he podido olvidar.
Autor del post: Josep de Martí
Autor del post: Josep de Martí
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