En los últimos meses estoy teniendo muchas oportunidades de viajar por España presentando el libro sobre la Ley de Dependencia o impartiendo conferencias. Es algo con lo que me lo paso muy bien y que me permite conocer en persona cómo se vive la atención a mayores en las diferentes comunidades autónomas.
Últimamente, vaya donde vaya escucho una música de fondo que tiene que ver con la obligación de las gerocultoras de tener una cualificación profesional antes de 2015. La última vez que lo he escuchado ha sido en una residencia de tercera edad de Madrid y me he animado a escribir esta entrada.
“Según una leyenda
urbana, todos los gerocultores que trabajan en residencias para personas
mayores en España deberán tener acreditada su cualificación profesional en
2015. Para dar cumplimiento a ese requisito, siempre según esa leyenda, las
residencias deben acreditar que las gerocultoras tienen una formación
específica (formación profesional) o cuentan con una experiencia más una
formación no reglada que, mediante un proceso administrativo de reconocimiento
de determinadas competencias y una formación complementaria les permita
equipararse a los gerocultores cualificados. Para ayudar en ese proceso se han
seleccionando asesores, evaluadores y se cuenta con la intervención de algunos
institutos de educación secundaria y las patronales”.
Así empezaba un artículo que escribí en este blog en abril de 2011. Entonces no tuvo demasiado eco,
pero ahora que se acerca la fecha fatídica,
resulta importante decir claramente, que, por lo menos en la Comunidad
de Madrid, no tiene por qué pasar nada
cuando acabe 2015 y haya gerocultoras sin capacitación profesional.
¿Por qué?
Sencillamente, porque la Comunidad de Madrid no ha publicado todavía una
norma de acreditación que establezca la obligatoriedad de la capacitación.
O sea, que se trata todo de un malentendido (si queremos ser
benévolos) o de una chapuza (si optamos por ser descriptivos).
El problema viene de lejos.
El 17 de Diciembre de 2008 el BOE publicó una resolución del
Consejo Territorial de la Dependencia que establecía los criterios que debían
utilizar las Comunidades Autónomas para redactar sus respectivas normas de
acreditación de servicios de atención a la dependencia. Entre esos requisitos estaba la capacitación
profesional progresiva de las gerocultoras (35% en 2011 y 100% en 2015). El acuerdo establecía que las Comunidades
tenían hasta finales de 2009 para aprobar sus normas de acreditación.
Cinco años después de vencido el plazo, la Comunidad de
Madrid (al igual que muchas otras comunidades) todavía no han aprobado su norma
de acreditación.
Así las cosas, ese criterio que debía haber convertido en
obligatorio la Comunidad se ha quedado en un limbo.
Por supuesto que es bueno que las gerocultoras tengan
reconocida una capacitación y que las residencias les ayuden a conseguirlo,
pero esto debería hacerse sin utilizar el miedo como herramienta.
Durante los últimos años, alrededor de la capacitación se ha
movido bastante dinero en forma de cursos, evaluaciones y procedimientos
varios. Entiendo que para los centros
de formación y para quiénes se hayan formado como evaluadores, que el proceso
siga adelante resulta muy conveniente.
No obstante, nadie debiera recurrir a argumentos no contrastados para
conseguir sus objetivos.
La Comunidad de Madrid tiene la solución al problema en sus
manos y en su “máquina de hacer normativas”.
Sólo necesitaría ponerse manos a la obra, aprobar (más vale tarde que
nunca) un Decreto e incorporar los criterios del acuerdo de 2008.
Si lo hiciese, además, tendría varias posibilidades de
facilitar las cosas alas residencias y profesionales. Una sería ampliar los plazos del acuerdo y
determinar que, por ejemplo, éstos se amplían hasta 2020.
Otra más original sería utilizar de forma extensiva el
recurso que permite el propio acuerdo de 2008 y “admitir, con la transitoriedad que las administraciones competentes establezcan
en sus normativas de acreditación, los certificados de acciones de formación
profesional para el empleo impartidas en cada Comunidad Autónoma”.
Hasta que la Comunidad de ponga las pilas y haga aquello a
lo que está obligada desde hace cinco años, mi consejo es que las gerocultoras
se vayan capacitando como algo positivo, aunque no obligatorio.
Autor del post: Josep de Martí
Autor del post: Josep de Martí
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