En el libro “Cómo nos engañaron con la Ley deDependencia” (Editorial Vivelibro)
defiendo que la idea de que esta Ley de promoción de la autonomía personal (LAPAD o como quiera llamarla cada cual) era
algo muy bueno que la crisis se cargó es
esencialmente falsa. Yo creo que la Ley
partió de una buena idea (proteger a los dependientes) pero que, a partir de
allí todo se hizo mal: se calculó mal
cuántos dependientes había y cuánto costaría atenderlos; se pergeñó un sistema
para armonizar las diferentes normativas autonómicas que no podía funcionar; se
estableció un sistema de financiación que dependía del pacto del Estado con
cada una de las comunidades, lo que lo convertía en materia de lucha
partidista… Podría seguir, pero creo que
a quien le interese de verdad le gustará leer el libro.
Lo curioso es que, una vez ha quedado claro que la Ley ha
fracasado. Cuando han pasado casi dos
años desde la reforma que en vez de derogarla y promulgar otra decidió amputar
a la actual los brazos y las piernas dejándola irreconocible. Resulta que tanto
por la izquierda como por la derecha nos vuelven a intentar intoxicar con
mensajes estrafalarios.
Durante el tiempo de pre-campaña para las pasadas elecciones europeas parece que los que diseñan los mensajes reencontraron la dependencia como argumento de una forma curiosa:
Por un lado, en el acto de celebración del X aniversario de
la llegada de Zapatero al poder que tuvo lugar a finales de abril, se ensalzaron durante hora y media los
avances en derechos aprobados por su Gobierno, esto es: matrimonio homosexual,
dependencia, y leyes de igualdad.
Conjurándose para que su primera tarea cuando el PSOE retorne a la
Moncloa sea recuperar la ley de dependencia. Por supuesto no explicaron en qué
consistiría esa recuperación.
Coincidió en el tiempo la fiesta de los socialistas con las
declaraciones del senador popular navarro José Ignacio Palacios Zuasti, quien ha
afirmado que la ley de Dependencia “se está aplicando de manera justa y
equitativa” y ha negado que el Gobierno central esté cometiendo
“incumplimientos”. Por supuesto, no ha
entrado en detalles sobre las rebajas en las partidas de dependencia a las
comunidades autónomas u otros detalles incómodos.
Supongo que los más convencidos socialistas creyeron a pies
juntillas lo que se dijo en su mitin y los seguidores del PP hicieron lo propio
con las palabras de su senador. En
cambio, quien trabaja en el sector de la atención a personas mayores
dependientes, pongamos por ejemplo, quien sea propietario, accionista o
profesional de una residencia para mayores; sabía perfectamente que la Ley no alcanzó a establecer un derecho de todos los
dependientes a recibir la prestación más adecuada a su grado de
dependencia. A esas personas, que saben
cómo han ido las cosas de verdad, les sonarán tan increíbles las palabras de
unos como de los otros y quizás se pregunten por qué no dicen claramente que
gastar en la compra de servicios profesionales para atender a los dependientes
es la única forma de convertir la atención a los dependientes en algo
verdaderamente beneficioso para toda la sociedad.
Creo que deberíamos ser muy cautelosos, ahora que se acercan
elecciones, cada vez que escuchemos a un político hablar de la Ley de
Dependencia.
Aunque resulte muy poco elegante, acabo con una
autocita sacada de la página 134 del
libro.
Parece
que en esto de la Dependencia existía un acuerdo para confundir de
forma que todo quisiera decir una cosa y la contraria, así las prestaciones económicas
para el cuidado no profesional son excepcionales pero se
pueden dar a quien las pida, el Estado puede dictar contenidos comunes de
acreditación «sin perjuicio de las competencias de las comunidades
autónomas»
(que, recordemos, son exclusivas en materia de servicios sociales), o
«para fijar la participación del beneficiario en el coste del servicio, se
tendrá en cuenta la distinción entre servicios asistenciales y de manutención y
hoteleros», según se contemple en un acuerdo que no lo regula.
Así,
la confusión está servida, los políticos mediocres pueden lanzar soflamas
a sus legiones y, hagan lo que hagan, encontrarán en la ciénaga de
la Ley una explicación imposible que les justifique y algo de lodo para
lanzar al adversario.
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