sábado, 21 de enero de 2017

Hazme la cuenta y no le digas nada a mi hija

“Vuelvo a mi casa.  Hazme la cuenta y no le digas nada a mi hija”

Sé que soy una persona bastante primaria y a veces incluso un poco bruta pero hace tiempo que sigo los diferentes modelos que van surgiendo bajo la cobertura del nombre “Atención Centrada en la Persona” y sigo pensando que para que cuaje de una forma generalizada hace falta que primero cambiemos nosotros (incluyo a los propios residentes, a sus familiares y a los profesionales).

Ya he organizado dieciséis viajes a países como Suecia, Holanda, Suiza o Austria para conocer cómo funcionan allí las residencias y lo más significativo no es que tengan un modelo de atención diferente sino que lo sea la forma en que ven al mayor.

Mientras en las residencias haya unos cuartos de baño cerrados con llave para uso exclusivo de visitas y empleados (vetados a los residentes); mientras “las cuestiones de dinero” se puedan tratar sólo con la familia y no con el propio residente por miedo a importunarlo; mientras a alguien que toma muchas pastillas le demos “por su bien” un placebo, difícilmente podremos hablar de que ofrecemos una atención centrada en las preferencias y deseos de los residentes.

En algunos cursos que imparto propongo el caso “Doña Teresa se quiere ir a su casa” en el que una mujer mayor con una demencia incipiente se ha perdido un par de veces por la calle y se ha dejado el agua abierta ocasionando humedades a los vecinos.  Doña Teresa  es ingresada en una residencia por parte de su hija, decisión que ella acepta en principio resignada hasta que un día habla con la dirección y pide dos cosas bien claras:

Primera: “Hazme la cuenta y llámame a un taxi que me voy”.
Segunda: “No le digas nada a mi hija”.

Doña Teresa no está incapacitada judicialmente.

¿Qué harías tú?

En la mayor pate de cursos en que he planteado el caso los alumnos me aseguran que llegado el caso harían caso a la señora Teresa en cuanto a la primera petición.  En cuanto a la segunda, hay bastante dispersión de opiniones.  Muchos me dicen que llamarían a la hija ya que lo más seguro es que Doña Teresa no quiera de verdad volver a su casa (ni siquiera sabemos si sigue teniendo una casa) sino que está pidiendo algo más de atención.  Muchos están seguros de que, si Doña Teresa habla con su hija cambiará de atención.  Casi todos saben que, si no llaman a la hija tendrán problemas y que les costará menos contentar a la hija que a la madre.

Mi posición es que la Atención Centrada en la Persona se irá imponiendo a medida que vaya cambiando la forma en la que vemos las cosas los residentes, familiares, profesionales, gerentes y administración.
En dos de los viajes de Inforesidencias.com a hemos visitado “La Casa”, una residencia pensada para personas mayores que tienen el español como lengua materna.

Ya hablé escribí sobre esa residencia en mi blog hace algún tiempo.  En lo que me gustaría centrarme esta vez es en gran un cartel colgado en la pared que, con el título “Nuestras garantías de calidad”,  explica los compromisos que asume la empresa Kavat Vard, en la atención a las personas mayores que allí residen.

A mí me pareció un verdadero check list sobre lo que es la esencia de la Atención Centrada en la Persona, o en otras palabras, de cómo me gustaría que fuese la residencia a la que estaría dispuesto a ir.

Este es sólo un pequeño resumen de los compromisos que adquieren (se puede tocar el enlace para verlos todos). 


Autonomía y privacidad


·      Llamamos a la puerta y esperamos antes de entrar en su vivienda.
·      Participación para un mejor resultado
·      Junto con su persona de contacto, usted realiza cada semana su plan de actividades para la interacción social y las actividades individuales.
·      Nos mantenemos en contacto con sus familiares para informarles e informarnos (si usted lo desea) una vez al mes como mínimo.
·      Usted recibe una carta mensual del director del centro que le informa a usted y a sus familiares sobre las actividades actuales y futuras.
·      Servicio y consideración para una vida digna
·      Ofrecemos dos horas de ayuda práctica en conexión con la mudanza.
·      Le ayudamos con acompañante y compras si no puede solucionarlo de otra forma.
·      Limpiamos su vivienda una vez por semana.
·      Limpiamos el lugar de aseo todos los días.
·      Lavamos la ropa de cama como mínimo cada dos semanas o cuando sea necesario.
·      Le proporcionamos toallas limpias una vez por semana o más seguido si es necesario.

Personal para todas las necesidades


·      Su persona de contacto es quien realiza en primer término las acciones vinculadas con usted.
·      Un suplente determinado reemplaza a su persona de contacto cuando ésta no trabaja.
·      Cada unidad de convivencia tiene su propio personal.
·      Una vida activa y significativa
·      Una vez por semana, elaboramos un plan de actividades junto con usted.
·      Le invitamos personalmente a participar en las actividades que nosotros creemos puedan interesarle.
·      Su persona de contacto reserva tiempo con usted (una hora por semana) para actividades libres e individuales.
·      Ofrecemos salidas al aire libre todos los días a quienes lo desean.
·      Usted mismo elige
·      Con qué frecuencia quiere usted ducharse/lavarse el pelo.
·      Como desea amueblar su vivienda.
·      Cuándo desea levantarse y acostarse.
·      Que quiere para desayunar.
·      Un plato a elegir entre dos en la comida principal.
·      Cómo desea vestirse.
·      Si desea mantener cerrada con llave la puerta de su vivienda.
·      Si desea recibir visitas.

Vale la pena leer todo y sorprenderse de que sólo se cambie, en principio la ropa de cama cada quince días, o que se acepte que una persona no quiera ducharse o lavarse el pelo o que pueda acostarse o levantarse cuando quiera.

Como pasa en casi todos los viajes, la primera respuesta que surge de los profesionales españoles que participan es que eso en casa comportaría muchos problemas y, a veces, que con mucho más dinero y personal quizás se podría hacer.

La clave para que lo puedan hacer así en Suecia (después hablo de dinero) está en las unidades de convivencia de entre 8 y 14  personas que están acompañadas permanentemente por entre 2 y 3 profesionales en horario diurno, ocupando cada una  su “vivienda” (un dormitorio grande con lavabo completo y, casi siempre con cocina americana).

En las residencias suecas el papel de la familia es diferente que en España.  En muchos casos, ya era diferente antes del ingreso.  Por eso, los miedos que manifiestan muchos directores de residencia españoles sobre cómo reaccionará la familia ante caídas, accidentes o decisiones que tome el propio mayor y que no coincidan con las suyas, allí no se entienden.

En “La Casa” nos explicaron que los hijos de residentes “latinos” (principalmente chilenos) son mucho más demandantes que los de residentes Suecos y tienen unas expectativas que me sonaron muy cercanas a las que tenemos en España.

Adelanto una respuesta a una pregunta que suelen hacerme:  esas unidades no son para personas válidas y sin deterioro cognitivo sino que en ellas coinciden en muchos casos personas con una gran dependencia y demencia.  ¿Cómo saben lo que quieren o desean?  Trabajando la historia de vida y preguntando.  Siempre nos comentan que, si una gerocultora tiene asignados a dos o tres residentes y sólo trabaja con nueve, puedes llegar a conocer muy bien lo que les gusta.

Este modelo con personal diferenciado para cada unidad de 9 personas no resulta barato pero es lo más parecido a un hogar.

Esto ya existe.  Lo llevo viendo en Suecia desde que organizamos el primer viaje en 2008.  Sólo nos separa del sistema las barreras mentales que tenemos y los aproximadamente 6.500 Euros al mes que cuesta una plaza en una residencia Sueca.   Quizás con salarios españoles salga por algo menos, pero, barato, lo que se dice barato, no será.


Después de cada viaje llego a la conclusión que nuestro futuro no puede ser copiar el modelo sueco pero que hay cosas que ya están haciendo muchas residencias que van por el buen camino y en las que hay que perseverar. 



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