martes, 9 de julio de 2013

BASADO EN HECHOS REALES

Hace un par de años estaba yo tan tranquilo cuando me llamaron por teléfono de una caja de ahorros (de las que entonces existían y con la que yo trabajaba) y me pidieron si podía pasar por la sucursal a hablar con ellos.  Sorprendidos por la llamada, mi mujer y yo fuimos y allí nos explicaron que habían visto que teníamos una cantidad de dinero en cuenta corriente (¡qué tiempos aquéllos!) que no nos generaba casi intereses y que podíamos poner en un producto que nos ofrecían con una remuneración interesante.  Le objetamos que el motivo de tener esa cantidad es que estábamos esperando para hacer una compra y nos aseguró que no había problema ya que no se trataba de un producto arriesgado y que en cualquier momento sólo teníamos que avisar y en un par de días teníamos nuestro dinero.

En ese momento estábamos contentísimos de haber recibido una llamada de una caja de ahorros que parecía mostrar interés por nosotros.  Pensamos que se trataba de un detalle muy bonito, así que firmamos (sin leerlos) varios papeles y pusimos esos ahorros en el producto en cuestión.

¿Hay alguien que todavía no se imagina cómo sigue la historia?

Cuando llegó el momento en que necesitábamos el dinero para hacer la compra nos dijeron que no podíamos tenerlo, que se trataba de un producto que existía desde hace tiempo y que, hasta entonces, siempre se había podido "vender" para recuperar el dinero pero que ahora, debido a al situación de las cajas no tiene "venta".  La misma persona que nos había llamado nos aseguró que en su momento nos lo había explicado bien y que nosotros habíamos firmado el contrato (una mentira y una verdad).  Nos enfadamos cerramos nuestras cuentas en esa caja (que ahora es un banco/zombi) pero tuvimos que dejar una abierta para recuperar el dinero.

La verdad es que, viendo la situación general y en la televisión a los afectados por las preferentes, que perdían los ahorros de toda la vida, incluso dimos gracias por haber perdido una cantidad relativamente pequeña.

Teníamos la opción de demandar o de acudir a un arbitraje pero lo cierto es que habíamos firmado el contrato.  Si fuese analfabeto o una persona mayor sin estudios podría haber clamado que me habían engañado abusando de mi debilidad.  La verdad es que ni mi mujer ni yo podemos alegar esa debilidad aunque sí algo más doloroso, la confianza traicionada.

Dentro de unos días nuestro problema quedará resuelto.  Alguien muy inteligente en algún despacho oficial ha encontrado la salida.  Nuestro dinero se convertirá en acciones de la caja/zombi y el Estado se ofrece amablemente a comprarnos esas acciones a un precio inferior a la cantidad de dinero que pusimos.  Al final recuperaremos al rededor de un 70% de lo que pusimos y, la verdad, visto lo visto, cogemos el pájaro en mano, aunque durante el vuelo haya perdido algunas plumas.

Coincide en el tiempo todo esto con algunas informaciones que me llegan de residencias de diferentes lugares.

Hace un par de semanas, unos cuantos directores de residencias de Lleida se reunieron para hablar del sector.  Me invitaron, cosa que les agradezco, y hablamos de cómo la Generalitat ha ido bajando "de facto" el precio de los conciertos de plazas.  Primero bajando el nivel de dependencia de algunos residentes cuando se hacen las valoraciones y después dejando de pagar el tiempo que una plaza queda desocupada entre el día en que fallece un residente y que llega la nueva persona a ocupar la plaza concertada.  Cada residencia ha hecho sus números y, en cómputo anual, hablamos de miles y miles de euros.  Por supuesto, todo es legal.  Si lees las condiciones del concierto en Cataluña, éste es anual y se va renovando por lo que, cuando la residencia renueva y firma lo que la Generalitat le pone delante lo está aceptando.  La residencia es libre de no firmar pero, tanto ella como la administración saben que "fuera hace más frio".

Estos días también he tenido ocasión de participar en Madrid en la clausura del curso de dirección de residencias de Lares, gracias también por la invitación.  Las bajadas de precio de los conciertos o la "no cobertura de plazas concertadas" son en varias comunidades los temas de conversación.  La situación en Madrid viene marcada por el Acuerdo Marco que oculta una bajada importante del precio de concierto; en Andalucía en cambio lo más llamativo es la no ocupación de plazas concertadas.  Durante el acto me entregaron en papel el "Mapa Lares de la situación de los centros de mayores del sector solidario en España" en el que se repasa la situación en cada comunidad autónoma y que no tiene desperdicio.  De momento no lo han colgado en internet pero, cuando lo hagan lo difundiré en el portal de las residencias para personas mayores, Inforesidencias.com.

Parece que "lo de las preferentes" y "lo de los conciertos" tienen cosas en común:  No es un problema de derecho ya que todo está escrito y firmado sino más bien de confianza.

Quienes pensaban que estaban depositando dinero en una cuenta remunerada de una caja de ahorros y ahora ven como les devuelven el 70% pueden acabar con el convencimiento de que les han robado el 30% o que les han puesto un impuesto injusto para reflotar el sistema financiero.  ¿No pueden pensar lo mismo quienes contrataron con la administración la prestación de unos servicios en unas condiciones y ven cómo esas condiciones van variando?  Pensaron que, mientras prestasen el servicio en las condiciones pactadas serían pagados según estipulaban las mismas pero resulta que ahora algo ha ido mal y hay que "sacar de donde sea".

Quien se acoja a la "quita de las preferentes" sabrá qué daño ha sufrido, tendrá su dinero a finales de Julio y será a partir de ahora una persona altamente desconfiada con cualquier cosa que huela a banco.

Sin embargo las residencias concertadas no pueden irse tranquilamente asumiendo una pérdida.  Administración y residencias concertadas dependen una de la otra para que miles de personas mayores dependientes puedan ser atendidas.  Como si fuese un ganadero torpe que quiere optimizar la producción de leche, primero ha ido alimentando cada vez menos a las vacas y después ha aguado la leche. Pero tiene que andarse con ojo ya que puede llegar el momento en que los animales dejen de producir o, sencillamente se mueran.   E incluso, sin saber cómo puede ser que en plena agonía metan una cornada al ganadero.


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