Hace unos días he recibido uno de esos mails que normalmente
hubiera borrado sin dedicarle tiempo pero que, por enviármelo un buen amigo,
llamó mi atención. Supongo que más gente
lo ha recibido ya que parece una de esas “cosas víricas” de internet. En él, haciendo referencia a una noticia que
habría aparecido en el periódico inglés “The Sun” de 9 de octubre, decía “El hombre del futuro tendrá los testículos y
el cerebro pequeño”.
La primera pregunta que me vino a la cabeza fue ¿Y las
mujeres?, entonces seguí leyendo: ¿Cómo
será el hombre del futuro? La respuesta, o bien la especulación de la respuesta
la publica el rotativo británico The Sun recogiendo las opiniones de diferentes
expertos en metabolismo. Según el
reportaje del diario, de aquí a mil años los humanos tendrán el cerebro mucho
más pequeño que las labores de memorización
y pensamiento las harán principalmente los ordenadores y los
procesadores. Según el mismo estudio,
los testículos serán mucho más pequeños, a causa de la disminución en la
fertilidad así como en la poca actividad reproductiva. En cambio, los dedos y
los brazos se alargarán así como la sensibilidad de las extremidades por la
cantidad de dispositivos que obligarán a coordinar, dedos, ojos y
pensamiento. Tendremos menos dientes
porque los alimentos serán más blandos y no tendremos que masticar. Todos
tendremos el mismo tipo de nariz ya que no será necesario tenerla adaptada al
clima cuando todos vivamos con calefacción y aire acondicionado Por su lado,
los ojos serán más grandes para compensar la reducción de la cavidad bucal.
Mi segunda reacción (después de pensar en porqué no se
hablaba de cómo serán las mujeres) fue que se trataba de una broma, pero hay un enlace y parece que, como mínimo es cierto que un periódico lo ha publicado.
Claro que ha sido el periódico The Sun, uno de los que menos
fama de serio y riguroso tiene en Inglaterra.
En ese país se diferencia claramente entre periódico (publicación más o
menos seria) y tabloide (publicación popular sin demasiado rigor).
A pesar del poco rigor, me gustaría escribir un par de cosas
sobre esta pseudonoticia.
En primer lugar, más
que el tamaño de los testículos, me gustaría saber si en mil años (si es que la
raza humana sobrevive tanto) viviremos mucho más que ahora y en mejores
condiciones. Me parece que eso es más
difícil de saber.
Lo que está claro es que los que han escrito esa noticia no
han oído hablar de Darwin y su teoría sobre el origen de las especies. Según esa teoría, que hoy comparte la casi
totalidad de la comunidad científica, los seres vivos evolucionan debido a que
los más adaptados tienen más posibilidades de reproducirse y así de pasar a la
siguiente generación alguna característica.
Durante cientos de miles de años las plantas, los animales y, entre
ellos, la raza humana ha evolucionado debido a que un pequeño cambio producido
aleatoriamente hacía que quien lo hubiese incorporado en su ADN tuviese más
hijos.
La situación ha cambiado en los últimos años. Con el avance científico, quien tenga los
brazos más largos, menos dientes o los
testículos más pequeños no tiene más posibilidades de pasar sus genes a la siguiente
generación. Es más, gracias a la ciencia
hemos conseguido paliar enfermedades genéticas que hoy pueden transmitirse a la
siguiente generación o que personas que de forma exclusivamente natural no
podrían reproducirse lo hagan. En este
sentido nos hemos impuesto a lo que hasta ahora suponía la “tiranía de la
selección natural”. Pero además estamos
llegando a desvelar el corazón mismo de la reproducción y de cómo actúan
diferentes partes del genoma humano.
Yo creo que, si hablamos de mil años, es mucho más probable
que, una vez descubierto el mecanismo de alteración genética, y después de que
uno a uno hayan ido cayendo los obstáculos éticos, nos encontremos en un mundo
en que exista una “selección no natural”, aquélla en la que, los que tengan
suficientes recursos puedan elegir ciertos cambios o mejoras, por motivos lógicos
o por puro capricho. Un mundo con
desigualdades en el que existirán “mejoras estándar” que se apliquen de forma
generalizada porque supongan un beneficio (o ahorro) para la sociedad, como la reducción de
determinadas enfermedades genéticas, y otras, “a la carta sólo para pudientes”
que podrían tener fundamento lógico o tratarse de puros caprichos.
No soy demasiado optimista sobre la naturaleza humana en
general por lo que mucho me temo que mil años más de evolución no serán capaces
de mejorarnos como personas.
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