Hace un tiempo, cuando Zapatero nombró a Leire Pajín como Ministra del ramo de la sanidad y los servicios sociales escribí que a Zapatero realmente no le interesaba el desarrollo y aplicación de la Ley de Dependencia y, como prueba de ello había colocado al frente del departamento responsable de la materia a alguien que en su trayectoria anterior nunca había gestionado nada parecido (de hecho no había gestionado casi nada). El perfil de la señora Pajín era el de una "política de batalla" más que la de una gestora eficiente.
Ahora, el presidente Rajoy con su flamante mayoría absoluta llega conduciendo un camión de bomberos al edificio en llamas que es España, dispuesto a tomar las medidas necesarias para salvar lo que se pueda sacrificando lo demás. Empiezan a bajar los miembros de su equipo y vemos que los encargados del área económica son técnicos con gran experiencia de gobierno en la materia, de hecho parece que tengamos cuatro ministerios económicos (Presidencia, Economía, Hacienda y Asuntos Exteriores), si seguimos analizando vemos a una gran mayoría de "especialistas" pero cuando baja la nueva Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad vemos a... ¿Ana Mato?
Mi primera reacción es considerar que se trata de un error, seguro que se refieren a Ana Pastor, una gestora experimentada y con amplios conocimientos sobre sanidad y dependencia, pero no, es Ana Mato, una apartich del Partido Popular que ha encadenado cargos internos de gran responsabilidad con otros representativos tanto en España como en el Parlamento Europeo.
Como hago casi siempre, para saber más, he ido a Google, he escrito "Ana Mato" y "Ley de Dependencia" y he obtenido un resultado tan escuálido que me ha confirmado en mi idea anterior. Ana Mato nunca ha gestionado nada relacionado con dependencia.
¿Qué mensaje oculto nos manda Rajoy con este nombramiento?
Puestos a especular podríamos pensar, tal como defendí cuando se nombró a Pajín, que a Rajoy este tema no le interesa demasiado y por eso no nombra a alguien con experiencia. En esta ocasión no lo creo, ya que, quitando sus polémicas declaraciones sobre el nivel de alfabetismo de los niños andaluces, Mato no parece tanto una "política de cuerpo a cuerpo" como una gestora de equipos.
Si ponemos el nombramiento en el escenario político actual, con catorce de las diecisiete comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular (probablemente quince después de las elecciones andaluzas de la primavera), podríamos ver en el nombramiento de Ana Mato un intento de armonizar algo el sistema de dependencia, o lo que quede de él.
Creo que el nuevo gobierno deberá plantearse una modificación de la Ley de Dependencia que limite de forma importante las prestaciones económicas para el cuidador no profesional, que limite la universalidad a la gran dependencia y que regule el copago de forma mucho más equitativa que hasta ahora. Además deberá intentar hacerlo manteniendo una cierta armonía de aplicación en las diferentes comunidades. Quizás esto sea algo que la Sra. Mato pueda hacer ya que, al fin y al cabo se parece a los esfuerzos que ha tenido que desarrollar dentro de su partido para que, algo tan grande funcione en una dirección.
El hecho de que Dependencia se haya mantenido dentro del Departamento de Sanidad me parece muy bien. Ahora que el anterior gobierno ha publicado (de forma quasi póstuma) el Libro Blanco de la Coordinación Sociosanitaria en España y que en Cataluña parecen adivinarse los caminos que seguirá España en el campo de la racionalización de gastos y generación de nuevos ingresos, la nueva Ministra debe prepararse para impulsar, tanto en Sanidad como en Servicios Sociales, unas políticas que deberán ser implementadas por las comunidades autónomas. En otras palabras, tendrá que ser una "impulsora eficaz" y una "removedora de obstáculos".
Esperemos, por el bien de todos, que la Sra. Mato haya sido la elección acertada.
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