A veces las cosas no son lo que parece y lo que debería ser considerado como uno de los grandes triunfos de la sociedad humana se acaba convirtiendo en una fuente de preocupación. Me refiero al
envejecimiento de la sociedad.
España en 2060 tendrá aproximadamente un 30% de "población mayor", o sea, de más de 65 años. Para que algo así haya podio alcanzarse, incluso para que hoy tengamos un 18% de mayores, necesariamente hamos alcanzado unos logros importantes: hemos conseguido alimentos suficientes y correctamente
distribuidos (ahora nos preocupa más la obesidad que la desnutrición); mucha agua corriente limpia y evacuación de aguas residuales; un
sistema sanitario que alcanza a todos y consigue haber erradicado de forma casi total la
mortalidad infantil y reducido drásticamente las enfermedades infecciosas. Y
encima de todo eso, un periodo largo de paz y prosperidad. O sea.
Una sociedad que durante toda la historia hubiesen anhelado como un
sueño imposible nuestros antepasados.
Deberíamos estar "súper contentos" pero, a medida que nos acercamos, vemos que el premio viene con sus inconvenientes.
Veamos un poco cómo hemos llegado hasta aquí y lo que puede
pasar en un futuro cercano.
Hasta mediados el siglo XIX, y sin demasiadas variaciones a
lo largo del tiempo, la expectativa de vida al nacer de una persona en
cualquier lugar del mundo era de unos 35 años.
Por supuesto había personas de 70, e incluso 90, pero morían tantos
niños al nacer y en los primeros años de vida que la estadística mantenía esa
expectativa tan baja.
En menos de doscientos años hemos conseguido en Occidente
superar los 80 y lo hemos hecho en varias fases: primero las medidas de higiene, el acceso a
agua potable, las mejoras en la agricultura, acceso a la atención sanitaria y
la generalización de la vacunación, consiguieron hacer casi desaparecer la
mortalidad infantil y las muertes relacionadas con el parto. Con eso la expectativa de vida subió
rapidísimamente, aunque los que llegaban a viejos seguían muriendo a los 70 u
80; casi ninguno alcanzaba los 100 y ninguno pasaba de los 120.
En otra fase, en la que nos encontramos, están siendo los
avances científicos los que están añadiendo “años a la vida”. Muchas enfermedades que solían matarnos ahora
se curan o se convierten en crónicas.
Así la medicina nos regala unos cuantos “años extra” aunque, a menudo al
precio de ser dependientes de unos medicamentos y/o de los cuidados de otras
personas.
Quien lleve trabajando en una residencia desde hace más de
diez años seguro que ha notado que los residentes son cada vez personas más
mayores y con más necesidades de atención.
“Antes hacíamos talleres de pintura y baile. Ahora a duras penas podemos organizar
actividades por el deterioro cognitivo y funcional de los usuarios, el personal
está más para cubrir sus necesidades básicas y AVDs”.
Con casi total seguridad, durante los próximos años veremos
cómo cada vez vivimos más años (pronto tener cien años será como era tener
ochenta a finales del siglo XX), y cada vez somos dependientes en edad más
avanzada (esto es lo que los médicos llaman “compresión de la morbilidad”). Aun así, como el número de mayores crecerá
tanto y, como la proporción entre mayores y jóvenes se decantará a favor de los
primeros, la pregunta se hace indispensable:
¿Tendremos suficientes profesionales para atender a tantos
mayores?
Si nos hacemos la pregunta desde la perspectiva de la sociedad, la respuesta es clara: NO.
Para encontrar una solución, en seguida pensaremos en ayudas
técnicas, incluso robots que colaboren en la atención (por cierto, llevo tiempo
pensando en cómo podría ser el robot que me cambie los pañales cuando tenga
noventa años). Pensaremos también en
sistemas de cuidados que primen la eficiencia y que permitan cuidar con menos
personal.
Si, por el contrario, pensamos en una perspectiva más individual: cómo nos puede afectar esa realidad a
cada uno de nosotros; la cosa es diferente.
Para quien hoy tenga alrededor de 20-25 años, una formación en el campo
de la gerontología le puede abrir la puerta a uno de los sectores con mayor
futuro, como mínimo hasta 2075 y convertirle en alguien totalmente inmunizado
frente al paro y con gran potencial para encontrar un trabajo gratificante
tanto desde el punto de vista profesional como económico.
Hoy ya estamos en una situación en la que muchas residencias
y servicios de atención a mayores tienen dificultades para encontrar en el
mercado laboral a enfermeras, fisioterapeutas y otros profesionales de la atención
a mayores. Esta dificultad se va a ir
incrementando como hemos visto, por lo que no cuesta mucho imaginarse un futuro
en el que los profesionales bien preparados sean una verdadera élite social.
Volviendo a la pregunta que da título a este post. Creo que no tendremos suficientes
profesionales pero que los profesionales que tengamos tendrán muy buenas
oportunidades de desarrollar un trabajo satisfactorio y bien remunerado.
A partir de aquí, los poderes públicos y cada uno deberán tomar las decisiones que correspondan.
Quien busque una residencia de mayores en 2060 notará la diferencia.,
-->
No hay comentarios:
Publicar un comentario