Hace unos meses mis amigos de la Unió Catalana d’Hospitals
(UCH) me invitaron a participar en unas jornadas sobre cronicidad que han
acabado siendo uno de los actos en los que más he disfrutado en mucho tiempo.
Mi participación en unas jornadas que tenían que durar una
mañana se reducía en principio a diez minutos en los que tenía que explicar,
desde la perspectiva de la atención a personas mayores dependientes, cómo
habían cambiado las cosas en los últimos tiempos (un lapso indefinido que
acabamos concretando en diez años). En
otras palabras, dónde estábamos en 2004 y ahora (en 2014).
Más abajo resumiré un poco mi intervención. De momento quiero felicitar a los
organizadores por pensar en un acto que me pareció muy lleno de sentido.
Primero, un escritor que ha vivido en primera persona la
experiencia de tener un hijo con una discapacidad impartió una charla en la
que, la intensidad emotiva nos hacía oscilar entre la carcajada y casi la
lágrima. Sólo quien ha vivido en carne
propia lo que es perder un hijo puede hacerte sonreír explicando alguna parte
de su tránsito.
Después un panel de seis miembros conducidos por un
periodista en el que había representados, también en primera persona,
diferentes campos de la “cronicidad”.
Desde los padres de un niño de dos años recientemente diagnosticado de
una enfermedad degenerativa a un joven que convive con una enfermedad mental
crónica, pasando por una enfermera gestora de casos y dos personas más que
sufrían afecciones crónicas que afectaban su día a día. Allí la cuestión era saber qué pedían quienes
sufren enfermedades crónicas a las administraciones.
Me quedé muy sorprendido ya que yo habría pensado que lo que
pedirían sería más dinero para la sanidad o más hospitales o más cosas
materiales y lo que más pidieron en primer lugar fue algo que podría salir casi
gratis: más coordinación entre los
diferentes entes administrativos sociales y sanitarios que les atienden.
Una petición sorprendentemente sencilla: si me tienen que visitar un cardiólogo y un
neumólogo, ¿no podría haber alguien que se asegurase que puedo tener las dos
visitas con pocas horas de distancia para que no tenga que ir dos veces al
hospital? ¿No podrían todos los profesionales tanto de atención primaria
sanitaria como de los hospitales tener acceso a toda la información? ¿No
podrían los servicios sociales y sanitarios compartir alguna información de
forma que las gestiones fueran más fáciles?.
Hubo otras peticiones pero las de este tipo fueron las que
más se repitieron.
Después estaba la mesa en la que yo participaba que fue
seguida por otra con formato original:
una especie de cara a cara entre políticos del ámbito social, sanitario
y sociosanitario, por un lado y directivos de empresas prestadoras de servicios
de las que son contratadas por la administración.
Los mensajes en esa mesa no los encontré tan
originales. Pero, aún así fue
reconfortante saber que “esta vez sí” se han puesto a trabajar en serio para
conseguir una verdadera coordinación sociosanitaria que ya no se va a llamar
“coordinación sociosanitaria” sino de otra forma mucho mejor cuyo nombre no he
conseguido mantener en la memoria.
De la mesa en la que participé podría decir de una forma muy
resumida que los tres participantes (que finalmente dispusimos de siete
intensos minutos para exponer nuestra perspectiva), vinimos a decir que,
comparados con hace diez años estamos mejor pero comparados con hace tres,
peor. Que cada vez las personas ingresan
con un estado más precario en las residencias y que, cada vez más los usuarios
de este tipo de servicios son personas con varias patologías y con un amplio
consumo de medicamentos.
Mi ponencia la describiré en el siguiente post del blog.
En el capítulo de anécdotas.
Uno de los políticos, quizás imbuido en el afán de hacernos llegar un mensaje positivo
nos dijo que estaban trabajando mucho y que estaban “obsesionados con las
personas”. El joven, usuario de los
servicios de salud mental, pidió la palabra para espetar al político, “vaya con
cuidado con lo de estar obsesionado con las personas no le vaya a caer un
diagnóstico”.
A los organizadores, mi agradecimiento por haberme permitido
participar. A los otros participantes
(incluyo expresamente a los políticos para que no haya duda), mi enhorabuena
por el nivel de las intervenciones y, a los asistentes. Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario