domingo, 6 de abril de 2014

DÓNDE ESTÁBAMOS, DÓNDE ESTAMOS

Hace unos meses mis amigos de la Unió Catalana d’Hospitals (UCH) me invitaron a participar en unas jornadas sobre cronicidad que han acabado siendo uno de los actos en los que más he disfrutado en mucho tiempo.

Mi participación en unas jornadas que tenían que durar una mañana se reducía en principio a diez minutos en los que tenía que explicar, desde la perspectiva de la atención a personas mayores dependientes, cómo habían cambiado las cosas en los últimos tiempos (un lapso indefinido que acabamos concretando en diez años).  En otras palabras, dónde estábamos en 2004 y ahora (en 2014).

Más abajo resumiré un poco mi intervención.  De momento quiero felicitar a los organizadores por pensar en un acto que me pareció muy lleno de sentido.

Primero, un escritor que ha vivido en primera persona la experiencia de tener un hijo con una discapacidad impartió una charla en la que, la intensidad emotiva nos hacía oscilar entre la carcajada y casi la lágrima.  Sólo quien ha vivido en carne propia lo que es perder un hijo puede hacerte sonreír explicando alguna parte de su tránsito.

Después un panel de seis miembros conducidos por un periodista en el que había representados, también en primera persona, diferentes campos de la “cronicidad”.  Desde los padres de un niño de dos años recientemente diagnosticado de una enfermedad degenerativa a un joven que convive con una enfermedad mental crónica, pasando por una enfermera gestora de casos y dos personas más que sufrían afecciones crónicas que afectaban su día a día.  Allí la cuestión era saber qué pedían quienes sufren enfermedades crónicas a las administraciones.

Me quedé muy sorprendido ya que yo habría pensado que lo que pedirían sería más dinero para la sanidad o más hospitales o más cosas materiales y lo que más pidieron en primer lugar fue algo que podría salir casi gratis:  más coordinación entre los diferentes entes administrativos sociales y sanitarios que les atienden.

Una petición sorprendentemente sencilla:  si me tienen que visitar un cardiólogo y un neumólogo, ¿no podría haber alguien que se asegurase que puedo tener las dos visitas con pocas horas de distancia para que no tenga que ir dos veces al hospital? ¿No podrían todos los profesionales tanto de atención primaria sanitaria como de los hospitales tener acceso a toda la información? ¿No podrían los servicios sociales y sanitarios compartir alguna información de forma que las gestiones fueran más fáciles?. 

Hubo otras peticiones pero las de este tipo fueron las que más se repitieron.

Después estaba la mesa en la que yo participaba que fue seguida por otra con formato original:  una especie de cara a cara entre políticos del ámbito social, sanitario y sociosanitario, por un lado y directivos de empresas prestadoras de servicios de las que son contratadas por la administración.

Los mensajes en esa mesa no los encontré tan originales.  Pero, aún así fue reconfortante saber que “esta vez sí” se han puesto a trabajar en serio para conseguir una verdadera coordinación sociosanitaria que ya no se va a llamar “coordinación sociosanitaria” sino de otra forma mucho mejor cuyo nombre no he conseguido mantener en la memoria.

De la mesa en la que participé podría decir de una forma muy resumida que los tres participantes (que finalmente dispusimos de siete intensos minutos para exponer nuestra perspectiva), vinimos a decir que, comparados con hace diez años estamos mejor pero comparados con hace tres, peor.  Que cada vez las personas ingresan con un estado más precario en las residencias y que, cada vez más los usuarios de este tipo de servicios son personas con varias patologías y con un amplio consumo de medicamentos.

Mi ponencia la describiré en el siguiente post del blog.

En el capítulo de anécdotas.  Uno de los políticos, quizás imbuido en el  afán de hacernos llegar un mensaje positivo nos dijo que estaban trabajando mucho y que estaban “obsesionados con las personas”.   El joven, usuario de los servicios de salud mental, pidió la palabra para espetar al político, “vaya con cuidado con lo de estar obsesionado con las personas no le vaya a caer un diagnóstico”.


A los organizadores, mi agradecimiento por haberme permitido participar.  A los otros participantes (incluyo expresamente a los políticos para que no haya duda), mi enhorabuena por el nivel de las intervenciones y, a los asistentes.  Un saludo.

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