La semana pasada tuve la ocasión de
participar en unas jornadas dirigidas a
directores de residencias que se celebraron en la residencia de personas
mayores Residencial
Palau en Palau de Plegamans, cerca
de Barcelona.
Un tiempo antes habíamos hablado los
propietarios de la residencia, la coordinadora de médicos de residencias de
Vallès y la asociación de directores de residencia ASCAD de la necesidad de
organizar alguna reunión para hablar de varias cosas entre las cuales aparecían
las inspecciones de las que son objeto las residencias.
Cuando hablo con alguien de inspección de
residencias me resulta imposible abstraerme de mi pasado en el que durante ocho
años fui yo mismo inspector, y durante casi dos, jefe de la sección de
inspección encargada del control de las residencias de Cataluña.
Es cierto que pronto habrán pasado quince
años desde mi paso por aquel servicio y que lo que recuerdo en primera persona
no coincide con lo que hoy es el día a día de la inspección. No obstante hay varias cuestiones que me han
seguido acompañando por lo que, siempre que me llaman a para hablar sobre el
tema, me siento ilusionado y dispuesto.
Mi perspectiva sobre la inspección de
residencias es que se trata de una labor un tanto peculiar ya que parte de una
posición de partida en la que la mayoría de personas que conozco (y que no
trabajan en el sector) consideran que eso de “ganar dinero cuidando a ancianos”
es una actividad que hay que vigilar de forma meticulosa, como si se tratase de
algo sospechoso a lo que hay que someter a un severo escrutinio.
Creo que con el tiempo las cosas
cambiarán pero, de momento, tanto la legislación, como el desarrollo
reglamentario sobre residencias, como la forma que utilizan las
administraciones para contratar servicios (concierto, prestaciones vinculadas,
acreditaciones..) se basa en la
desconfianza hacia el sector.
Lo expliqué en 2012 en un post en este
mismo blog que titulé ¿Por qué preocupa la inspección? E
invito a quien quiera que lo lea y escriba si está o no en desacuerdo con lo
que defiendo.
Ese ambiente de desconfianza explica por
qué las exigencias normativas para construir o gestionar una residencia
geriátrica sean mucho más exigentes que aquéllas que regulan los hospitales o
las clínicas privadas. Veamos unos
ejemplos:
¿Por qué en ninguna ley o reglamento se
especifica cómo o cuándo se pueden utilizar contenciones en un establecimiento
sanitario pero sí en uno social? O, ¿por qué resultaría infructuoso buscar una
norma que establezca qué protocolos se tienen que utilizar durante una
operación a corazón abierto pero sí en el proceso de acogida de una persona
mayor en una residencia?
La explicación es clara: La sociedad se fía más de los médicos que
trabajan en hospitales que de los profesionales que trabajan en residencias.
Y esto es algo que hay que tener muy
claro ya que, desde el sector geroasistencial se suelen pedir cambios en la ley
para hacerla “menos sancionadora” o modificaciones en las inspecciones para
hacerlas “menos gravosas”. Yo creo que
no podemos vivir ajenos a la realidad que nos envuelve y, en esa realidad,
todavía cuenta con más volumen la voz de aquellos que consideran que las
residencias privadas tienen que ser vigiladas a fondo y que, cada vez que surge
un esporádico caso de mal funcionamiento, claman diciendo que la administración
debería inspeccionar y sancionar más.
La prueba de esta realidad la tenemos en que, cada nueva norma que se
elabora, cada Ley de servicios sociales que aprueba algún parlamento, es más
restrictiva e intervencionista que las anteriores.
Y, como problema añadido a esta realidad
tenemos el hecho de que, no sólo la norma es dura sino que la forma en que se comprueba el cumplimiento de la misma
puede exacerbar esa desconfianza añadiéndole, en ocasiones toques de
arbitrariedad.
Y es aquí donde viene la “cuestión de la
inspección” tal como la viven hoy algunas residencias.
Yo veo a la inspección de servicios
sociales como una herramienta con la que cuenta la Administración para dar
cumplimiento a una serie de Leyes.
Principalmente la de Servicios Sociales y, en lugares como Cataluña, la
Ley específica que regula la inspección (Ley 16/1996).
Si analizo estas leyes veo que la
inspección tiene una serie de funciones reconocidas entre la que destacan
verificar el cumplimiento de la normativa y garantizar los derechos de los
usuarios.
Si buscamos en las propias Leyes a qué
derechos se refiere, vemos que éstos son recogidos de una forma prolija
incluyendo aquellos derechos de los que disfrutamos todos los ciudadanos más
algunos específicos como “recibir una atención personalizada de acuerdo con sus
necesidades específicas”; “la intimidad y la privacidad en las acciones
cotidianas, derecho que debe ser recogido por los protocolos de actuación y de
intervención del personal del servicio” o “considerar el domicilio el
establecimiento residencial donde viven y mantener la relación con el entorno
familiar, convivencial y social respetando las formas de vida actuales”, entre
otros.
Esos derechos, deberían entenderse en
relación a una normativa que regula los espacios de la residencia, el personal
mínimo que en ella debe trabajar y las exigencias documentales establecidas
para dar cómo resultado un “estándar legal de cuidado” por debajo del cual la
residencia sería sancionada.
El problema es que ese “estándar legal de
cuidado” no se ha concretado nunca con lo que existencia de diferentes
inspectores, con diferente personalidad, formación y la enorme cantidad de
situaciones diferentes con las que se pueden encontrar ha dado lugar a que,
aunque basándose en unos criterios comunes, cada inspector acabe actuando “como
cree que ha de actuar”.
La consecuencia es que en jornadas como
aquélla en la que he participado puedes oír a gente decir frases como:
“Llevo quince años trabajando en la
residencia y, hasta ahora me habían inspeccionado cuatro inspectoras
diferentes. Todo iba bien hasta que me
cambiaron a la inspectora X. Desde que
viene ella, toda la documentación que utilizaba y que había ajustado a los
criterios que me había dicho la inspectora anterior ya no sirve”.
“Yo estaba acostumbrada a Y, que te
explicaba las cosas. Desde que viene Z las inspecciones son un infierno. Me siento insultada, las empleadas acaban
llorando. Es que te dice unas cosas..”
“Yo ya he cambiado cuatro veces el modelo
de PAI porque a cada inspectora no le gusta lo que me dijo la anterior, encima
si cojo el que ofrece la Generalitat en su web me dicen que ese no vale porque
está anticuado y cuando miro la normativa resulta que de PAI no dice más que
tres palabras”.
“La inspectora que dijo que tenía que
haber una gerocultora presente en cada sala donde hubiese residentes. Cuando le dije que cumplía la ratio
sobradamente, me dijo que eso daba igual, que tenía que ofrecer atención las 24
horas”.
“Pues yo no entiendo nada de lo que
decís. A mí me viene la inspectora Z y
siempre acabamos tomando un café, me dice que lo tengo todo bien y me aconseja
cosas para mejorar”.
Como fui inspector y ya entonces se
decían cosas parecidas tiendo a creer que quizás la gente exagera un poco. Yo puedo permitirme tener alguna duda pero
¿Puede hacerlo la administración? Creo
que no.
Creo que la situación que arrastramos
desde hace años podría cambiar si las administraciones buscasen “buenas
prácticas” para llevar a cabo en la inspección.
Iniciativas que partiesen de alguna de las inspecciones de las
diferentes comunidades autónomas y que pudieran servir de base para mejorar en
todas.
Lo que planteo no tendría un coste
económico importante y, a la larga incluso podría suponer ahorros para la
administración. Básicamente se trataría
de que la administración cuando hablase de inspección empezase a “conjugar
calidad en primera persona”.
Algunas de estas propuestas ya las
planteé en 2006.
Primer eje de buenas prácticas: Transparencia
Creo que tanto el cumplimiento de la Ley
como la imagen de la inspección y su funcionamiento mejoraría con estas iniciativas:
a) Envío del informe de
inspección al inspeccionado tras la actuación.
Esto es algo que para muchos resultará
llamativo. Cada actuación de la inspección genera dos documentos. El
acta, una copia de la cual se queda el inspeccionado y el informe de inspección que es un documento en el que el inspector
escribe muchas más cosas. En principio
este informe no puede aportar nada que empeore la situación de la residencia de
cara a un expediente pero de hecho lo hace.
Un claro ejemplo lo hemos visto cuando ICASS ha puesto trabas a la
renovación de conciertos a largo plazo a algunas residencias debido a que , en
el informe de inspección aparecían algunas posibles deficiencias que no estaban
en el acta. La situación ha sido
kafkiana en algunos casos ya que, cuando solicitaban a la inspección el informe,
ésta les ponía pegas. Las que lo han
conseguido han descubierto un documento bastante largo en el que aparecen
informaciones y comentarios sobre los que no ha podido realizar ninguna
alegación.
¿No sería muy positivo que la propia
Generalitat enviase motu proprio el informe al inspeccionado?
Esta iniciativa no tendría ningún coste para
la administración ya que se podría hacer por correo electrónico.
No existe ningún obstáculo legal para
hacerlo ya que, de hecho, si se pide por escrito el informe lo acaban librando.
¿Por qué no ser proactivo?
b) Publicación en internet
de las actas de inspección
Esta iniciativa tendría una enorme
trascendencia y permitiría mejorar considerablemente la actuación de la
inspección.
Hasta ahora sólo la inspección tiene
todas las actas. Cada residencia tiene sólo
la suya. Si alguien dice que la
inspección es arbitraria en base a la actuación que ha vivido, puedo creerle o
no, pero ¿No sería mejor poder comprobar las actas de todas las residencias
para “saber” si a todas se les pide más o menos lo mismo?
Publicar las actas requeriría un cambio
legislativo y redactarlas de forma que no contuviesen datos de carácter
personal. Ambas cosas serían factibles.
Para implementar esta iniciativa sólo
habría que hacerse una pregunta: ¿Para
quién inspecciona la inspección?
Si estamos de acuerdo que la inspección
actúa para todos. ¿No sería bueno que
cualquiera pudiera ver el acta de inspección antes de decidir ingresar en una
residencia?
Si resulta que existe arbitrariedad o
diversidad de criterios, la transparencia sería un incentivo para erradicarla y
funcionar mejor. Si ésta no existe,
sería la mejor forma de ponerlo de manifiesto.
Mientras esta posibilidad no se plasme,
no resultará raro que aparezcan medios en los que las residencias puedan
publicar sus propias actas (borrando los datos personales).
Como pasa casi siempre, lo mejor de las
jornadas es lo que escuchas en el refrigerio que se suele servir durante o al
final de la misma. En este caso, estaba
yo hablando con los responsables de una residencia a la que han sancionado con
4.000 y pico euros, no recuerdo si era porque algunos residentes se levantaban
antes de las siete de la mañana o porque algunos comían antes de la una. El caso es que, el horario que tenían había
sido el mismo en los últimos diez años sin que ningún inspector les hubiera
dicho nada hasta entonces. El director de otra residencia que compartía corrillo puso cara de sorprendido dijo que a él también se lo habían puesto en el acta pero que habló con los empleados, residentes y familiares viendo que había una gran oposición a que se cambiasen los horarios. Se lo dijo a su inspectora y ésta le dijo que, de momento no los cambiase. Quizás no todos decían toda la verdad, quizás no lo he recordado al pie de la letra. De lo no cabe duda es que si todos tuviéramos acceso a todas las actas de inspección, en seguida sabríamos si a todas las residencias se les exige lo mismo.
c) Publicación de los
protocolos modelos y criterios de la inspección.
Sería muy positivo que, si la inspección
dispone de documentos de trabajo, criterios de actuación u otra documentación
que utilizan en su actuación, éstos fuesen públicos de forma que las
residencias pudieran conocer cómo van a ser inspeccionados y, en la medida de
lo posible pudieran prepararse.
De igual forma la iniciativa podría
incluír la publicación de modelos de documentos de trabajo, elaborados por la inspección o recogidos durante las
actuaciones (previa autorización de la residencia que los ha creado para su
difusión).
Estos criterios públicos serían una
herramienta muy buena para luchar contra posibles arbitrariedades y, en el
medio plazo supondrían una mejora considerable de la actuación inspectora.
d) Realización periódica de
auditorías de funcionamiento de la inspección para su posterior publicación
Se trataría de que, temporalmente, se
realizase una auditoría del servicio de inspección consistente en el envío y
análisis de resultados de una encuesta a todas las entidades inspeccionadas así
como un análisis de las actas de inspección del período para detectar posibles
desviaciones.
Esta auditoría permitiría saber si todos
los inspectores realizan comprobaciones similares a los centros erradicando la
sensación de arbitrariedad.
Segundo eje de buenas prácticas: Habilidades de los inspectores
Cada inspector/a es una persona y como tal tiene unas habilidades y
unas competencias. Para saber si éstas
son las adecuadas y caminar el sendero de la mejora sería bueno saber cómo se
sienten los inspeccionados y mejorar el conocimiento y capacidades de los
profesionales inspectores.
a)
Encuesta
posterior a la inspección
Una buena forma de saber si la sensación negativa que manifiestan
algunas residencias sobre el comportamiento humano del inspector sería enviar
automáticamente una encuesta a la residencia durante la semana siguiente a la
actuación inspectora.
Esta iniciativa no resulta novedosa ya que la llevan a cabo casi todas
las empresas de servicio tras una intervención.
Lo novedoso sería que se haría sistemáticamente tras todas las
actuaciones y permitiría tener un perfil claro de la percepción que tienen los
inspeccionados de cada inspector.
Comparando los perfiles se podrían plantear acciones de mejora o
formaciones específicas.
b)
Sesiones
formativas impartidas por inspectores
Se trataría de acciones periódicas que se llevarían a cabo en
diferentes lugares del territorio en las que miembros de la inspección
tratarían sobre cuestiones concretas relativas a las actuaciones de inspección.
Estas sesiones supondrían por un lado un esfuerzo por parte de la
inspección y de los inspectores individuales que tendrían que prepararse la
sesión antes de impartirla y recoger las dudas que se planteasen y para las que
no estuviesen preparados para contestar.
Todas las sesiones se grabarían y transcribirían para su consulta a
través de la web de la Generalitat.
c)
Formaciones
conjuntas para inspectores y directores de residencia
Se trataría de plantear acciones formativas sobre cuestiones
relacionadas directamente con el funcionamiento de la residencia e impartidas
por expertos a las que pudieran asistir directores de residencias así como los
propios inspectores.
Se trataría de intentar que la información pueda llegar de forma
similar.
Tercer eje de buenas prácticas: Sobre la inspección cuando se sanciona
a)
Diferenciación
entre inicio, tramitación y resolución
Por principio, y sin que tuviese que ser solicitado, siempre que se
abriese un expediente sancionador, el inspector que redacta la primera acta, el
que comprueba las alegaciones y el eventual recurso de alzada deberían ser
personas diferentes.
b)
Intervención de
los usuarios y familiares
Siempre que se tramite una infracción que se fundamente en presuntas
violaciones de derechos de los usuarios, el expediente debería recoger pruebas
testificales de los propios usuarios o sus familiares. De esta forma se evitaría que se puedan
considerar violaciones de derechos circunstancias que no son vividas así por
las propias “víctimas”.
Cuarto eje: Calidad en primera persona
a)
Obtención de la
certificación ISO 2001 por parte del servicio de inspección
Esta sería una iniciativa que realmente mostraría el compromiso de la
inspección con la calidad y consistiría en iniciar un proceso que llevase al
propio servicio de inspección a trabajar con un modelo de gestión de la
calidad.
Creo que este conjunto de medidas podrían ser llevadas a la práctica de
forma paulatina y que, el mero hecho de considerarlas por parte de la administración
supondría un paso en la buena dirección.
Autor del post Josep de Martí
Autor del post Josep de Martí
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