Esta tribuna, que publiqué en el Negocios y Gestión de Noviembre de 2010 ha hecho que muchas personas se pongan en contacto conmigo manifestándose de acuerdo con el contenido. A todos ellos, muchas gracias y mis mejores deseos para este año que empieza.
LA GEMELA SINIESTRA
Cuentan los que saben que el día que nuestros gobernantes anunciaron el nacimiento de la Ley de Dependencia encubrieron que junto a ella había nacido una hermana gemela que intentaron mantener oculta por la vergüenza que les producía.
La recién nacida estaba destinada a traernos universalidad, prevención, servicios profesionales, calidad, empleo, retorno y sostenibilidad. Pero nació enferma y enclenque. Sólo podría crecer si la nutrían con dos alimentos: por un lado colaboración y generosidad entre el Estado y las Comunidades Autónomas y por otro la cooperación entre las iniciativas pública y privada. Todos sabían que, si conseguían que llegase a adulta, los dependientes recibirían una atención equiparable a la de otros reinos del norte.
Sin embargo la gemela siniestra nació rolliza y bien sana, sólo necesitaba apariencia para crecer. Se alimentaba de números y prosperaba en la discordia y la desconfianza.
Al poco de nacer las pequeñas la más débil murió, pero nuestros gobernantes decidieron ocultárnoslo. Vistieron a la gemela siniestra con las ropas de su difunta hermana y nos dijeron: ¡Mirad! La Ley de Dependencia, crece fuerte y sana.
A partir del día de la muerte de la Ley de Dependencia, la gemela siniestra se hizo más fuerte. Consiguió que las cifras de solicitudes de dependencia y el número de prestaciones aumentasen; consiguió que se gastase mucho dinero en dependencia; consiguió que los datos estadísticos dijesen que se habían creado cien mil puestos de trabajo, e intentó que nadie pensase ya en su enclenque hermana.
Pero algunos de los que habían asistido al nacimiento se preguntaban: ¿No tenía que traernos un derecho universal? Entonces ¿Por qué salen tan diferentes las valoraciones de una comunidad autónoma a otra? y ¿Por qué más de doscientas mil personas tienen reconocido el derecho pero no reciben nada?. ¿No tenía que traer servicios profesionales y calidad? Entonces, ¿Por qué se dan más prestaciones económicas que de servicios?, ¿Por qué la mayoría de comunidades no ha regulado la acreditación?. ¿No tenía que ser sostenible? Entonces ¿Por qué sigue generando déficits de miles de millones de Euros?.
Los gobernantes que conocían el secreto seguían empeñados en mantenerlo ya que sabían que lo que había acabado matando a la pequeña había sido su incapacidad. Poco a poco fueron consiguiendo que los pocos que denunciaban a la usurpadora fueran tenidos por locos o tontos y así la gemela siniestra fue creciendo. “Al fin y al cabo – decían – lo que quiere la gente es recibir dinero para que les cuiden en casa y, ¿Cómo no vamos a dárselo?”.
Al cabo de los años se olvidó del todo lo la calidad y profesionalidad. La gemela siniestra triunfó alcanzando con sus mini prestaciones económicas a millones de dependientes que las recibían, o no según la comunidad en la que vivían. Nuestros gobernantes se congratulaban recordándonos que éramos de los pocos países que podían presumir de una Ley de Dependencia Universal y la gente se preguntaba “¿De qué habla el de la tele?” “De la paguilla”, “Ah, pues a presumir”.
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