Tener la ocasión de visitar Chile supone un verdadero placer. Hacerlo invitado por una embrionaria “Asociación Gremial de Establecimientos de Larga Estadía para el Adulto Mayor” (AGELEAM), supone un privilegio. Y es que Chile sorprende de forma espectacular al españolito ignorante que piensa que todo lo iberoamericano es atrasado y pintoresco (categoría en la que, hasta ahora me encontraba).
Con catorce millones de habitantes (seis de los cuales viven en Santiago), una tasa de envejecimiento del 11% y un nivel de vida más alto del de sus vecinos. Chile ha visto en los últimos años nacer un nuevo sector económico. El de las residencias geriátricas.
La AGELEAM me invitó, junto con el presidente de AMRTE a impartir dos conferencias sobre el desarrollo del sector en España y como el asociacionismo había supuesto una oportunidad de avanzar. La intención de las jornadas era fomentar la “asociatividad” y, durante las mismas, sorprendió que tanto la Universidad como el gobierno chileno como los propios empresarios estuviesen de acuerdo en fomentar la existencia de una “Asociación gremial” que sirviese de interlocutor con las administraciones, empresas o trabajadores.
El sector de las residencias está formado básicamente por pequeños empresarios con centros de menos de 25 plazas situados en viviendas adaptadas. Los propietarios trabajan en las residencias y acaban haciendo “de todo”. Hay unas pocas residencias más grandes y ninguna perteneciente a grupos empresariales. Las administraciones locales y estatal trabajan en la creación de una norma específica para residencias y en unos criterios de acreditación y calidad que permitan en un futuro concertar plazas en el marco de un proyecto de Ley de Dependencia y, entre las dificultades con las que viven las residencias se encuentra la de encontrar personal cualificado que quiera trabajar en el sector con los salarios que pagan. ¿Suena familiar?
En los turnos de palabras la sensación de déjà vu se fue incrementando: Los empresarios se quejaban de que la administración se está basando a la hora de plantear la nueva norma en estudios que no reflejan la situación real del sector; la sanidad pública discrimina a los residentes respecto a los mayores que viven en sus casas; el IVA que pagan las residencias (19%) es excesivo y debería bajarse…
Cuando les dijimos que exactamente las mismas quejas son planteadas por los empresarios españoles a las administraciones desde hace más de quince años nos preguntaron cómo lo habíamos resuelto. Nuestra cara de desánimo les sirvió de respuesta.
Volamos once mil kilómetros en cada trayecto para explicarles cómo habíamos hecho las cosas en España. Quizás dentro de quince años tendremos que volver a ver si podemos aprender viendo como ellos han andado un camino similar al nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario