La teoría del péndulo parece cumplirse en lo que al tamaño de las residencias se refiere. Si en los años setenta las primeras residencias de pensionistas se construían con más de doscientas plazas y pensando en personas válidas, el paso del tiempo ha ido reduciendo el tamaño de los nuevos establecimientos y centrando el objetivo a cubrir en personas asistidas. En los últimos años parece que la tendencia vuelve a cambiar:
En las grandes capitales españolas se están inaugurando otra vez residencias privadas de doscientas, o incluso más de doscientas cincuenta plazas y, algunos operadores quieren volver a apostar por el mayor válido ofreciendo conceptos residenciales que se encuentran entre la residencia y la vivienda con servicios.
A pesar de este cambio de tendencia, España sigue siendo un país de residencias pequeñas con un sector privado formado eminentemente por centros que acogen a menos de 50 residentes (y con un gran número de miniresidencias de menos de 25 plazas). Residencias que, en muchos casos encuentran enormes dificultades para adecuarse a los nuevos requisitos que surgen en las diferentes comunidades autónomas en lo que respecta a contratación de profesionales, exigencias arquitectónicas y de calidad. Unas dificultades que surgen del tamaño ya que las exigencias suelen estar pensadas para centros de determinadas plazas y resultan en proporción muy costosas cuando se aplican a uno pequeño.
Periódicamente se oyen en algunos foros voces que vaticinan la desaparición del sector de los pequeños centros en poco tiempo.
Yo creo que hay motivos para pensar que, al menos durante unos cuantos años, van a coexistir en el sector residencias grandes, medianas y pequeñas y uno de ellos es que, a pesar de que las residencias más grandes suelen ofrecer un buen servicio en mayores espacios y un equipo de profesionales más extenso, las residencias pequeñas cuentan con “la simpatía” del público.
Una prueba de esta “simpatía” la encontramos en los datos hechos públicos por el IMSERSO sobre el estudio “ Situación y evolución del apoyo informal a los mayores en España”. A parte de la interesente radiografía en movimiento que permite comparar la atención informal de 1994 con la de 2004, hay una pregunta realizada a 1.500 cuidadores informales que tiene mucha relevancia: “¿Cómo cree que deberían ser las residencias para las personas mayores?”. Casi el 40% dice que deberían tener menos de 15 plazas; el 16% dice entre 15 y 50. Si tenemos en cuenta que el 21% dice que no sabe o no contesta.
¿Quiere esto decir que se van a volver a construir de forma generalizada residencias pequeñas? El periódico la Nueva España decía el 4 de diciembre que en Asturias las nuevas residencias tendían a ser de menos de 50 plazas. La verdad es que dudo que, si eso es así en Asturias vaya a convertirse en una tendencia en toda España.
Lo que queda claro es que las residencias pequeñas deben mimar a una demanda que, a priori dice preferirlas y las grandes tienen el doble trabajo de seguir ofreciendo servicios de calidad y de saber transmitir esa idea a personas que hoy no buscan residencia pero quizá lo harán dentro de unos años.
La llave de la respuesta la tendrán finalmente, como casi siempre los compradores, ya sean estos las administraciones que establezcan criterios de concertación en residencias geriátricas o los clientes privados que utilicen algún buscador de residencias geriátricas.
Nota: pueden verse los resultados del estudio en la web del Imserso
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