Elegir
la mejor residencia de tercera edad
(también conocidas como centro geriátrico, residencia de ancianos o de personas
mayores) es algo que se tiene que hacer pocas cosas por lo que, siempre que uno
se encuentra en esa situación la enfrenta como algo difícil.
Como la situación más común es que personas más jóvenes (hijos, normalmente) tengan que elegir la residencia de una persona mayor que no puede decidir por sí mismo, un primer consejo previo es llevar a cabo todo el proceso pensando en lo que pensamos la persona mayor habría elegido si pudiese. Si resulta que esa persona está perfectamente bien de la cabeza, no caigamos en la tentación de apartarla del proceso de selección: debe participar en todo.
Lo
mejor es empezar utilizando internet, concretamente un buscador como Inforesidencias.com donde podemos
conocer precios, disponibilidad de plazas e incluso el nivel de transparencia
de más de 600 residencias en toda España.
Esto nos puede hacer una primera selección pero vale la pena dedicar algo más de tiempo
y leer los siguientes criterios:
1. Averiguar si tengo derecho a
recibir ayuda pública
Si
estoy en situación de dependencia quizás tenga derecho a que la administración pague
parte o todo el coste de estancia en la residencia de mayores. En ese caso la
posibilidad de elección se reduce ya que la persona tendrá que ingresar en una
residencia de tercera edad pública o concertada. Recomendamos utilizar una Calculadora
de la Dependencia para empezar y si sale que la persona tiene gran
dependencia, acudir a la trabajadora social del ayuntamiento.
2. Considerar si la persona alzheimer
u otro tipo de demencia
Esto
es muy importante ya que cuando elijamos residencia deberíamos tener en cuenta
cuáles de las que visitemos ofrecen actividades, terapias o unidades específicas
para personas que sufran deterioro cognitivo.
Conviene hablar con familiares de alguno de los residentes que sufran
demencia para saber cómo es el día a día de estas personas en la residencia.
3. ¿Cuánta importancia le doy a
que la habitación sea individual?
En
principio, todos preferiríamos vivir en una habitación individual que
compartida. A pesar de ello, vale la
pena pensarlo bien, ver pros y contras, según cómo sea cada persona y ver qué
oferta de habitaciones diferentes haga cada residencia.
4. No debemos quedarnos
necesariamente con la primera residencia que visitemos.
Aunque
la primera nos guste mucho, sería conveniente visitar dos o tres residencias de
mayores diferentes antes de tomar la decisión así como intentar comparar punto
por punto.
5. Consideremos la importancia
de la ubicación
A
casi todos nos gustaría seguir viviendo en un lugar que conocemos, cerca de
nuestra familia y amigos. Por eso
resulta importante, siempre que sea posible, no alejarse mucho de los lugares
que la persona conoce y reconoce.
6. Averigüemos el precio
total de las residencias para mayores que visitemos.
No
todas las residencias cuestan lo mismo. Hay
mucha variedad tanto de precio como de lo que éste incluye y no. Vale la pena dedicar un tiempo durante la visita
para preguntar lo que tendremos que afrontar como servicios
complementarios. Es normal que éstos
incluyan peluquería o podología.
7. Sistema de atención que
ofrece la residencia.
En
los últimos años están surgiendo modelos de atención diferentes. Aunque todos buscan mejorar la calidad de
vida de los residente, existen diferentes formas de hacerlo. Siempre hay que hacer compatibles las
necesidades y organización de la residencia con lo que quieren los residentes.
La filosofía conocida como Atención Centrada en la Persona intenta que las
preferencias de los residentes pasen por encima buscando más flexibilidad. Es bueno preguntar cómo funciona el día a día
de la residencia que se visita.
8. Preguntar qué política tiene
la residencia sobre uso de contenciones
Durante
mucho tiempo las residencias han utilizado sujeciones y contenciones para
evitar que las personas mayores frágiles se caigan. Sin embargo en los últimos años, cada vez hay
más centros que buscan reducir su uso e incluso eliminarlas del todo. Es algo que vale la pena preguntar.
9. Qué horario de visitas tiene la residencia ¿Es
flexible?
Aunque
lo ideal sería que no hubiese un horario determinado sino que se pudiera ir a
cualquier hora, no todas las residencias son tan flexibles. Hay que preguntarlo y tenerlo en cuenta.
10. Cómo
se come en la residencia
Uno
de los placeres que se mantienen durante más tiempo es el de disfrutar de la
comida. No lo olvidemos. Por eso conviene
saber cómo se cocina en la residencia.
No sólo si la comida es adecuada a las enfermedades que se tengan sino
también si la presentación es apetitosa y si la persona puede elegir algo.
Preguntemos si se cocina en el propio centro y si nos dejan probar algo de la
comida.
11. Apariencia
de la residencia. Las instalaciones.
Un buen consejo es recorrer las instalaciones
de la residencia arrastrando los pies, con los puños cerrados y con los ojos
entornados. Con eso simularemos un poco
las dificultades de quien tiene muchos años.
En una buena residencia no hay escalones sueltos que nos pudieran hacer
caer; todo puede manipularse aunque no podamos abrir y cerrar las manos con
facilidad y los espacios están bien iluminados.
Fijémonos
en que los espacios sean amplios y cómodos pero, sobre todo, si son adecuados.
12. Mobiliario y ayudas técnicas
Es
el complemento al punto anterior. El
mobiliario del centro debe ser a la vez práctico, cómodo y hogareño. La residencia no es ni un hotel ni un
hospital aunque sí debe ser cómodo y seguro.
Valoremos el mantenimiento del equipamiento y comprobemos que el centro
dispone de grúas, sillas de ruedas, caminadores y otras ayudas técnicas para
quien las necesite. el estado del mobiliario y las ayudas técnicas de las que
disponen también ayudará a mejorar el confort y el bienestar.
13. Preguntemos sobre los
profesionales que trabajan en la residencia.
Mientras visitamos las residencias debemos
observar cuántas personas hay trabajando en el centro. Qué perfiles tienen
(¿Veo a enfermeras, fisioterapeutas, profesionales llevando a cabo alguna
ctividad?). Podemos preguntar cuántos
profesionales trabajan en la residencia.
Eso nos permitirá comparar entre centros. No tengamos vergüenza, hay que preguntar y
valorar las respuestas y cómo reacciona quien nos atiende a las preguntas.
14. Cómo es el ambiente.
Una
residencia es un “lugar de vida” en el que se establecen relaciones
personales. Sólo hace falta quedarse
quieto en un rincón y mirar durante cinco minutos. Notaremos el clima existente. Cómo son las
relaciones, cómo hablan los empleados con los residentes, éstos entre ellos e
incluso los familiares. Imaginémonos
viviendo allí. Es muy importante que
detectemos respeto, sobre todo hacia aquellos que no pueden decir qué quieren.
15. Cómo se solucionan los problemas cuando surgen
Aunque
cuesta pensar en ello cuando estamos buscando la residencia adecuada, hay que considerar
que es posible que un día surjan discrepancias o incluso problemas. Preguntemos por adelantado cómo se actúa ante
esas posibles discrepancias.
Si
tenemos todas estas cosas en cuenta pude resultarnos algo más fácil elegir
entre las diferentes residencias que vayamos a visitar.