En ocasiones, las personas que tienen a
un familiar viviendo en una residencia sufren porque no saben qué hacer o decir
durante las visitas. Puede ser que la
relación antes del ingreso fuese algo distante o que sencillamente ésta
consistía en encuentros periódicos que se habían convertido en rutinarios.
Qué es recomendable cuando se ingresa
Cuando su ser querido ingresa, es bueno
hablar con la dirección del centro, algún miembro del equipo
interdisciplinar o, si lo hay, el cuidador de referencia, sobre los
criterios que existen en relación con las visitas.
Es muy posible que desde la residencia le
pidan información para redactar el Plan de Cuidado del a persona (a veces lo
llaman Plan Individual o Plan de Atención Individual), cuando la facilite
estaría bien indicar la disponibilidad de los miembros de la familia para
realizar visitas. Toda la información
que se facilita al principio sobre la persona, su vida previa al ingreso y sus
relaciones sociales, facilita al equipo la preparación del Plan de Cuidado.
Cuestiones básicas durante la visita un ser querido (sobre
todo si sufre demencia)
Respetar
la privacidad de los residentes. Esto incluye llamar
a la puerta antes de entrar en la habitación y salir al pasillo cuando se está
proporcionando el cuidado personal. No es necesario que esté presente cuando el
residente se cambia o se toma al baño.
Sea
cálido en la interacción con su ser querido. Sonría
con frecuencia y use el “tacto terapéutico” (puede ser colocar una mano sobre
la de la persona querida u otra forma de contacto físico que le permita saber
que está acompañada), a menos que la persona en concreto no quiere que lo
toquen.
Hay
que intentar mantener una conversación positiva y abstenerse de discutir. De lo contrario el residente puede llegar a sentirse confundido,
enfadado o deprimido Esto es especialmente importante cuando se visita una
persona con demencia.
Qué evitar en las
visitas a residencias de mayores
No
lleve mascotas o niños pequeños si no está seguro de que se mantendrán
tranquilos. Sobre las mascotas habrá que tener en
cuenta las normas de la residencia así como la relación con ese tipo de animal
que haya tenido la persona mayor antes del ingreso. En relación a los niños hay que considerar
que si se comportan bien y tenían relación con el residente, pueden
proporcionar placer adicional para el mayor por lo que en vez de evitarlo
habría que potenciarlo. Además, también
para los niños puede resultar positivo ver a sus abuelos o bisabuelos en la
residencia ya que, si nunca los visitan y oyen hablar de la residencia como
algo lejano y extraño pueden llegar a generar prejuicios.
No
despertar al residente si está durmiendo. Es
probable que necesite el sueño y es probable que se sienta desorientado o
atontado si lo despertamos de golpe.
No
llevar alimentos o bebidas que su ser querido no pueda tomar. Consulte con los profesionales del centro antes. Es posible que algunos alimentos o bebidas
puedan ser perjudiciales por su textura o composición, otros pueden requerir
una atención especial si son facilitados.
Por eso, ante la duda, mejor preguntar.
Es posible que algún alimento sea muy significativo para la persona
mayor o le evoque recuerdos, en ese caso puede ser muy bueno llevarlo a la
visita o que la residencia lo sepa para poder mejorar la experiencia del mayor
en el centro. Lo que sí resulta
fundamental es nunca dar de comer a otros residentes, a parte de su familiar
sin consultar antes con el personal del centro.
Intentar
evitar las visitas en grandes grupos. Esto puede
abrumar a los residentes o generarles ansiedad. ¿Cuántos visitantes son demasiados?
Esto varía de persona a persona, por lo que habrá que observar el estado de
ánimo de su ser querido y cómo ha sido su vida anterior al ingreso.
No
permanecer demasiado tiempo. Hay que evitar
cansar a su familiar e interferir con los cuidados. Pero, ¿cuánto es demasiado?
Eso depende. De nuevo, es diferente para cada residente y de nuevo hay que
valorar cómo era la vida del mayor antes del ingreso. No es lo mismo una hija que veía a su madre
cada día durante dos horas que otra que solo la veía cada quince días.
Intente
no interrumpir las actividades programadas del residente. Averigüe con el personal cuándo se programan actividades y
cuáles son las que prefiere o con las que más disfruta su ser querido. En
algunos casos, puede ser positivo sentarse a su lado lado durante alguna
actividad; simplemente observar o incluso participar. Cada persona es un mundo
y las mejores residencias son las que son capaces de adaptarse más a las
necesidades y preferencias de cada residente por lo que lo mejor será preguntar
y actuar en consecuencia.
Consejos que pueden facilitar las cosas
Un pequeño detalle que facilita mucho las
cosas es el aprenderse los nombres
de los profesionales que participan en el cuidado de su ser querido y ser cercano
y cálido en su relación con ellos.
Trabajar cuidando a personas mayores que,
por muy bien que sean atendidas se van deteriorando es duro cuando el mayor es
un ser querido pero también cuando eres un profesional. Por eso, pequeños detalles como darles las gracias por lo que hacen o
mostrar algo de reconocimiento, tienden a hacer el día a día más fácil.
Respetar
al máximo los horarios de visita. Este es un consejo que tiene dos caras. Por un lado, cuando se
elije una residencia de tercera edad para uno mismo o para un ser querido
hay que valorar que los horarios de visitas se ajusten a las necesidades de la
persona y sus familiares. Por eso es una
de las preguntas que siempre hay que hacer en el proceso de búsqueda de
centro. Pero, una vez se ha producido el
ingreso hay que cumplir los horarios.
Mantenga
abiertas las líneas de comunicación. En caso de
que surjan problemas durante una visita, intente siempre tratar el tema con su
profesional de referencia, responsable o la dirección del centro. Evite transmitir quejas o reclamaciones al
personal cuidador o de limpieza/mantenimiento ya que puede convertirse en una
fuente de frustración sin ayudar a solventar las cosas.
Muéstrese
colaborador.
En muchos casos vivimos el ingreso de un ser querido en una residencia
como un “fracaso personal”. Pensamos que
con más esfuerzo podríamos haber cuidado nosotros al mayor o cosas por el
estilo. La forma de compensar ese
sentimiento puede ser convertir las visitas en un momento en el que “encontrar
todo mal”. Lo conveniente es tener
unas expectativas razonables sobre lo que es una residencia y saber que cuando
algo no es como nos habían dicho, existen unos canales de comunicación.
Aproveche
la experiencia para conocer a otras personas y colaborar. En una residencia
conviven personas que tienen algo en común.
Ser familiar de un mayor dependiente y en muchos casos con deterioro
cognitivo puede unir si se intenta ser abierto y comunicar. En algunas residencias se potencia esa comunicación
y puede ser que algunos familiares que visiten asiduamente lleguen a conocer a
todo el mundo. Incluso puede ser que
familias se pongan de acuerdo para que durante una visita a su madre, de paso,
visiten a otra persona que ese día no tiene a nadie.
Muchas residencias de mayores han vivido
experiencias en las que una hija o hijo, sigue visitando la residencia durante
un tiempo tras el fallecimiento de su madre debido a que, durante la estancia,
esas visitas y las personas con las que trtaba se habían convertido en parte de
su vida.
Este texto está inspirado en un documento
de la web Alzheimer’s
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