¿Se acuerda ya alguien de cuando el sector estaba punto de unificarse y sólo era cuestión de poco tiempo para que una única voz preponderante hablase por todos?
Sólo han pasado unos meses desde que estas noticias llenaban las páginas de esta publicación y parece ya algo muy lejano.
Quizá el factor determinante de la paralización del proceso de unificación fue la creación de la Confederación Española de Atención a la Dependencia, como dicen unos, quizá lo fue la resistencia a hacer circular algunos cargos directivos, como dicen otros.
Sea como sea , lo que es cierto es que, de un tiempo a esta parte, los que nos movemos por el sector sin ser propietarios o directivos de residencias notamos un grado de acritud que hasta hace bien poco nos era desconocido.
No es extraño oír hablar de asociaciones que están a punto de pasarse de la Federación a la Confederación (o viceversa), o de residencias que piensan cambiar o ya han cambiado de “bando”. Esto no debería resultar sorprendente si existiesen unas políticas marcadísimamente diferentes entre ambas organizaciones, cosa que, si sucede en la realidad, se nos escapa a la mayor parte de observadores.
Desde mi perspectiva no veo que el análisis global del sector sea sustancialmente diferente entre las diferentes partes (y por eso estuvieron a punto de unificarse); no creo que el planteamiento de partida ante el próximo convenio sea muy diferente ni que el análisis global de la situación difiera tanto.
¿Por qué entonces, se están haciendo imputaciones tan graves?, como decir que una patronal está abogando por la desaparición de todas las residencias pequeñas o que actúa como cómplice de la administración en contra del sector (quien lea esta publicación sabrá bien de qué estoy hablando).
Yo tengo mi humilde interpretación: No hay una discrepancia radical en la visión de los problemas del sector pero sí de la dimensión de los mismos. La Federación entiende que debe existir una estructura fuerte a nivel nacional mientras la Confederación considera que el peso fundamental debe situarse a nivel autonómico. La Federación aboga por que el sector sea eminentemente “social” (residencias, centros de día, atención domiciliaria), la Confederación por una visión más sociosanitaria que no impide la entrada de hospitales u otros servicios más “sanitarios”.
¿Son situaciones irreconciliables? Creo que no. Pero también creo que, antes de que se pueda producir la ansiada unificación, ambos lados deben medir sus fuerzas y parece que el momento y lugar en que se producirá esa medición será la constitución de la próxima mesa de negociación del convenio colectivo.
En este escenario veo yo que se están moviendo las cosas: Los “bailes de siglas” las cartas subidas de tono y el trabajo callado de acumulación de acreditaciones.
Después vendrá la negociación de un convenio crucial, que requerirá (como cuestión de vida o muerte para el sector) la máxima unidad en la parte patronal y después, sabiendo quién representa a quién, con toda seguridad, la unificación de los dos lados.
Nos esperan, pues unos meses de “guerra fría” en los que a casi todo el mundo se le pregunta “¿y tú de qué lado estás?”. Esperemos que la cordura haga mantener puentes tendidos ya que éstos serán indispensables para afrontar importantes retos que le toca afrontar al sector.
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