lunes, 7 de noviembre de 2016

¿Morir atropellado por un tren e indemnizar a la compañía? Envejecimiento en Japón



Esta podría ser una historia en cualquier lugar del mundo, una mujer de cincuenta años se da cuenta de que su madre está “perdiendo la cabeza”; ha dejado de bañarse salvo que alguien se lo diga con insistencia, ha comprado de forma desordenada haciendo que en casa haya muchísimo papel higiénico pero nada de leche. Algunas noches da vueltas por la casa llamando insistentemente a su difunto marido y enfadándose al no encontrarle Un día incluso ha salido de casa y se ha perdido durante un día y una noche entera. Su hija descubrió lo que había pasado cuando la policía le llamó al haberla encontrado deambulando por una zona industrial alejada de su casa. La policía le dijo que había tenido suerte.

En 2014, el Libro Guinness de los Récords inscribió al japonés de la ciudad de Saitama, Momoi Sakari, como el hombre más longevo del mundo, con 111 años y 196 días de edad. Poco tiempo antes había fallecido el anterior recordman, un estadounidense de 111 años y 124 días.

Aunque ese dato podría interpretarse como algo únicamente positivo, también hay otras realidades ocultas tras un dato que trata del envejecimiento en el país del sol naciente: Cada año más de 10.000 personas mayores con demencia desaparecen en Japón. Muchos son encontrados muertos, otros nunca llegan a encontrarse. Para los que se pierden en las vías de un tren y mueren atropellados la familia puede llegar a vivir la indignidad póstuma de tener que pagar por la factura del accidente. En un caso, los herederos de un anciano vieron incrédulos la factura de 7,2 millones de yenes (unos 60.000€) que les fue presentada con la advertencia de que el pago atrasado generaría intereses.

Uno de los países más envejecidos del mundo


Japón es así una de las sociedades más envejecidas del mundo, detrás únicamente del minúsculo principado de Mónaco. Según un estudio llevado a cabo por el Ministerio japonés de Sanidad, Trabajo y Bienestar, el número de personas mayores de cien años en el país se situaba en 54.397 el día 15 de septiembre de 2014, fecha en que se celebra el Día de Respeto a los Ancianos, Keirō no hi en japonés. Esta cifra representa un nuevo récord, ya que supera en 3.021 personas el dato del año anterior (51.376); además, ya son 43 años consecutivos de esta tendencia al alza. La mujer más anciana del archipiélago nipón es Ōkawa Misawo, de 115 años y residente en la ciudad de Osaka, mientras que el hombre de más edad es el ya mencionado Momoi Sakari. Para los millones de jubilados nipones que bien un envejecimiento activo, alargar la esperanza de vida se convierte en una especie de bendición de vida plena, sin embargo ésta trae consigo una servidumbre añadida en forma de aumento del número de personas que sufren demencia. Esta situación cada vez plantea con más fuerza la pregunta de quién debe asumir las decisiones sobre la vida de estas personas y la responsabilidad que emana de las mismas.

Desde el punto de vista demográfico se trata de una pregunta importante ya que, como cada vez hay más mayores y menos niños, la población japonesa está decreciendo y lo va a hacer a razón de 700.000 personas por año durante 10 años entre 2020 y 2030 de forma que, si siguiese con esa racha en el año 3.000 el país tendría 1.000 habitantes.

Cuida la familia


Si hoy son 5 millones los japoneses sufren algún tipo de demencia relacionada con la edad (como el Alzheimer), en 2025 la cifra subirá hasta los 7 millones. Muchas de estas personas van a necesitar atención con la dificultad añadida de vivir solos en un domicilio recibiendo cuidados esporádicos de sus parientes. Ese “cuidado familiar” que para muchos es muestra de la salud de la institución básica de la sociedad trae consigo un efecto oculto y siniestro: según algunos estudios, tres cuartas partes de los familiares cuidadores viven en una situación de estrés tan elevada que afecta a su propia salud. En encuestas que se realizan en Japón aparecen pensamientos suicidas en los cuidadores o, algo igual de terrible: en 2015 se produjeron 44 intentos se asesinato por parte de familiares cuidadores (no hemos encontrado el dato de cuantos acabaron en la muerte efectiva del mayor).

Japón intenta adaptarse a la vida en un país con tantos mayores y menos jóvenes. La edad de jubilación obligatoria desapareció hace algún tiempo por lo que no resulta extraño encontrar taxistas de más de 70 años o personas mayores vigilando en obras o trabajando en supermercados. Cada vez más personas de más de 65 años dicen que están dispuestos a seguir trabajando mientras estén en forma, algo relacionado sin duda con el mantenimiento de la capacidad adquisitiva.

La adaptación a una sociedad envejecida se nota cada vez en más detalles: las tiendas de barrio surgen en todas partes adaptándose a las costumbres de compra de un mayor sin coche y con ganas de cargar poco peso. Las compañías de teléfonos, automóviles y elecrodomésticos han fabricado productos con funciones más sencillas e intuitivas, con letras grandes y contrastadas que permitan su uso normal por parte de un octogenario.

La financiación pública para la atención a la dependencia para las personas mayores parece no estar a la altura del resto de adaptaciones a las que se somete el país. En 2010 ese gasto tan solo el el 1,2% del PIB frente al 3,7% de Holanda (Datos de la OCDE). La razón por la que es Estado paga menos por los cuidados a mayores radica en la especial implicación que mantiene la familia, que, a menudo está dispuesta a gastar ahorros, e incluso a dejar su propio trabajo para cuidar al pariente anciano.

¿Traer a cuidadores del extranjero?


Un problema añadido para poder incrementar el cuidado profesional de mayores dependientes es la grave falta de enfermeras, debida en parte al bajo salario que cobran las que se dedican al cuidado de ancianos. Hace unos diez años el gobierno anunció que traerían a un gran número de enfermeras desde Filipinas e Indonesia. El anuncio se ha quedado básicamente en eso debido a que los visados ​​son extremadamente difíciles de obtener y a que los trabajadores extranjeros dedicados a cuidar a mayores deben pasar pruebas de lenguaje absurdamente difíciles. Total, que solo unas pocas enfermeras extranjeras se han conseguido incorporar.

Encontrar plaza en una residencia geriátrica cuando esta es la opción más adecuada, también se está convirtiendo en un problema importante. Un informe afirma que para el año 2025 cerca de 130.000 ancianos con demencia en Tokio necesitarán una plaza en una residencia de tercera edad de larga estancia pero no la podrán encontrar. Si pensamos en todo el país, alrededor de 520.000 personas mayores estaban en 2013 en lista de espera para ingresar a una residencia asistida, entre las que unas 150.000 eran totalmente incapaces de cuidar de sí mismas. Debido a la tendencia demográfica, cabe pensar que ya han superado ampliamente estas cifras.

Que los ancianos vayan a vivir al campo


Un grupo de reflexión, el Consejo de Política de Japón, presentó recientemente una solución desesperada: alejar a los ancianos de la capital para estimular a las comunidades rurales en declive. El 
Ubasute
plan fue aprobado por el gobierno, aunque ha sido recibido con cierta reticencia. El ministro a cargo de la revitalización rural, Shigeru Ishiba, tuvo que negar que el gobierno estuviera volviendo al ubasute 姥捨て, la antigua costumbre mítica de empujar a la abuela para que se vaya a una montaña a morir. También insistió en que nadie se vería obligado a moverse.

Hasta la fecha, más de 200 municipios rurales han expresado su interés en acoger lo que se denomina comunidades de jubilación continua. Algunos ya están funcionando aunque falta por determinar un detalles: si este modelo tiende a generalizarse, ¿debe hacerse cargo del mismo el Estado o la persona que se beneficia y sus familiares?

Shinzo Abe, primer ministro del Japón promete que su país está llamado a convertirse en un ejemplo para el mundo a la hora de afrontar el envejecimiento de la población. Entre sus promesas está una mejor financiación para la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer y más dinero para entrenar a 60.000 médicos en su diagnóstico temprano de ese tipo de demencia. Pero se debe hacer mucho más, incluyendo la reducción de las barreras inmigratorias que impiden, como ha quedado señalado más arriba que vayan a trabajar a Japón trabajadores especializados en la atención a mayores.

Volviendo a los ancianos atropellados por trenes, las actitudes en Japón están cambiando. En un fallo histórico en marzo de 2016, la Corte Suprema de Japón falló contra Japan Railways en su intento de reclamar los costos de un accidente que acabó con la muerte de un anciano. El mayor, u hombre de 91 años que sufría demencia tropezó en las vías del tren durante un paseo. La compañía argumentó que el hijo y la esposa del hombre eran responsables porque "no cumplían con su obligación" de vigilarlo. El hijo por su lado, alegó lo caro y agotador que es cuidar a tus padres cuando estos se han vuelto a convertir en convertido en niños. Esta vez, los jueces se sintieron más cerca del familiar cuidador que de la empresa de ferrocarriles.
Fuentes del texto:

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